Pero el tiempo cayó como una pena de muerte, y sonó ese viejo despertador, y la ciudad volvió delimitando el aire, y cuando caminaba: prisionero de la transparencia, entre los edificios y la publicidad, se sintió perseguido por la imagen del vacío. Tuvo la misma sensación en aquel tren lleno de cuerpos encogidos, arrinconados en la piel de los vagones retorciéndose y encorvándose mientras la vida se escurría a pequeños intervalos. Eran extraños conocidos, resignadas marionetas de sangre presentes en las superficies del pánico y el aburrimiento, del coma y la serenidad.
Al final de la tarde se recostó en el enlosado de la cocina, y mientras escuchaba el rugir del estómago en su nevera vacía, repasó los múltiples sentidos de la vida, y el día se apagaba y la nausea ganaba terreno, y su cuerpo estalló contra el infinito. Miles de pensamientos de vida desfragmentados se acurrucaban en la posición eterna del vencido: recordándo. (nos)
Te he leído sin música y sonaba(s) bien, no me había percatado del enlace hasta que he llegado abajo. Te he releído, esta vez con esa canción sonando de fondo.
ResponderEliminarTe has colado dentro con más fuerza que antes, con toda esta historia en pleno agosto pisando fuerte, tan fuerte, que es inevitable implosionar.
Un abrazo lleno de la magia con la que me has llenado esta tarde.
:)
Sí, agosto es un mes de implosionar...
EliminarUn abrazo Marisa.
La magia que imprime la música es espectacular. Nada que decir del escrito, impresionante.
ResponderEliminarMuy bien logrado !
Au revoir.
Gracias por pasarte Nicolas. Iré a verte in your site.
EliminarSaludos y feliz verano (o invierno dependiendo de tus coordenadas).
Y quedo atrapado, qiedo en esa melodia del mar, yodado de mar y con el olor impregnado en una tostada cascara que seria heroe para enfrentarse a la fatiga del cemento...pero aun no era consciente que podia viajar hasta alli cuando la rutina le quisiera engullir...
ResponderEliminarTe lo dice una que acaba de aterrizar.
Besos salados y de peninsula
Tu eres mar querida Sandra.
ResponderEliminarSiempre nos quedará la poesía como aloe vera frente a los mordiscos de la realidad.
Besos salados.