sábado, 26 de enero de 2013

Risa bajo el ombligo


Deshabita su bata blanca
y vuela con alas negras
a la cita de quien propone:
"A las diez en Atocha nos vemos".
Los trenes tan rápido como siempre,
llenos de lectores y amadores
excitados por el breve tiempo.
Me buscas con la mirada, 
te hallas en mi sonrisa,
traes una estrella prendida en el pelo.
Me confiesas que alguien ha muerto 
deseándote felicidad esta noche,
has olvidado ponerte el vestido
pero ríes, no hay mejor vestido que esto.
El vino ya circula por nuestras venas,
nos echan de los bares, todos cierran,
pero algo se abre muy lentamente...,
tú me entiendes.
Tocas con la barita una de mis manos,
yo la poso sobre tu cabeza,
a ver si ocurre...
¡Ay si ocurriera!
Otra vez a la calle,
aunque nos echen presiento
ya nadie nos priva del encanto,
trae la mano, te llevo a mi cuarto.
Las horas parecen nada,
la vida...¡cómo pasa!
No quiero que lo que nos pase se pase.

Risa bajo el ombligo-Julio Santiago

*Hay palabras que producen cosquillas en el alma. Porque sin amor no se puede vivir, sin ombligo no se puede nacer y sin poesía no se puede morir.

jueves, 24 de enero de 2013

El señor Nakano y las mujeres-Hiromi Kawakami


(...)No te apartes de la línea central. Desde la frente, el puente de la nariz, los labios, el mentón, el cuello, los pechos, el estómago, el ombligo y el clítoris hasta la vagina y el ano. Quiero que tu dedo me repase silenciosamente. Despacio, una y otra vez, sin pausa, moviéndose sin parar. Pero, sobre todo, que no se aparte de la línea central de mi cuerpo. Cuando tu dedo se deslice entre mis pechos, no quiero que se desvíe hacia el pezón, ni hacia la parte más estrecha de mi cintura. Que continúe siguiendo una y otra vez mi línea central. Todavía llevo la ropa interior puesta. Introduce tu dedo por debajo, sin desviarte del centro y deslízalo con mucho cuidado por encima del clítoris, la vagina y el ano, pero no te detengas en ninguno de estos lugares. No frotes, no aprietes, no apliques la menor fuerza. Tienes que ser un poco más pesado que una pluma y un poco más ligero que una gota de agua resbalando por mi piel, no debes romper ese equilibrio. Sólo quiero que repases la suave línea de mi cuerpo, desde la frente hasta la rabadilla, con tu lascivo dedo corazón. 

Hace tiempo leí El cielo es azul, la tierra blanca, ahora Hiromi Kakami ha vuelto con El señor Nakano y las mujeres.

Una extraña historia de amor entre Hitomi y Takeo, una tienda de objetos de segunda mano, una ventana abierta al japón contemporáneo, la melancólica historia de un grupo de personas que nunca conseguirán ser plenamente felices. Así es el Señor y las Mujeres, una crónica delicada sobre búsquedas, malentendidos y soledades.

Todos los ingredientes del estilo Japonés más actual, con esa mezcla de tradición y vanguardia que siempre despierta tanto interés. Mucha sensibilidad en formato sencillo, sin necesidad de artificios, contado con naturalidad. Una novela visualmente interesante, una sutil introspectiva de personajes emocionalmente frágiles.

El no entender de las relaciones humanas, el proceso cognitivo exterior con el que cada persona es un modelo imprevisible de conducta único, que obedece a mecanismos propios, mezcla de la lógica y la emoción.

Objetos extraños, desordenados, antigüedades, muñecas de cerámica, todo ello mezclado con la vida de los empleados y algunos excéntricos clientes para envolver las diferentes capas de estas novela.

Un libro ligero, contado con la profundidad que los haikus pueden encerrar en tres lineas sencillas  y adaptado al pensamiento occidental

Las personas deberían venir con un libro de instrucciones bajo el brazo.

miércoles, 23 de enero de 2013

Los vagabundos del Dharma-Jack Kerouac

(...)Japhy se puso en pie de un salto -he estado leyendo a Withman, oíd lo que dice: "Alzaos, esclavos y haced temblar al déspota extranjero". Señala así la actitud del Bardo, del Bardo lunático zen de los viejos senderos del desierto que ve que el mundo entero es una cosa llena de gente que anda de un lado para otro cargada de mochilas, Vagabundos del Dharma negándose a seguir la demanda general de la producción de que consuman, y, por tanto, de que trabajen para tener el privilegio de consumir toda esa mierda que en realidad no necesitan, como refrigeradores, aparatos de televisión,coches, coches nuevos y llamativos, brillantina para el pelo de una determinada marca y desodorantes y porquería en general que siempre termina en el cubo de basura una semana después; todos ellos presos en un sistema de trabajo, producción, consumo, trabajo, producción, consumo...

En 11 días Kerouac escribió la biblia metafísica del movimiento hippie. Eran tiempos difíciles en los que un sentimiento de fracaso afloraba en su mundo interior y, ningún editor publicaba sus libros. Pero encaró ese fracaso buscando respuestas en la naturaleza, una nueva forma de vivir alejada de los convencionalismos enajenantes del estado de bienestar. 

Entre jóvenes desarrapados de la generación beat, altas montañas, fraternidad y poesía buscó el Dharma. Una nueva manera de relacionarse, un soplo de aire fresco e impulso hacia otros mundos donde los sentimientos adquieren proporciones insólitas frente a las realidades virtuales que en estos tiempos prevalecen.

Un cambio de espiritualidad, de vida, una nueva forma de escribir, un camino desconocido hacia otros mundo, todo es posible.

Feliz búsqueda del Dharma.

martes, 15 de enero de 2013

Imagen de vapor



"Hace un rato, mientras me duchaba 
y los segundos se iban por el desagüe, 
pensé en que la vida era una tormenta, 
y mi mundo
un barco siempre a punto de naufragar.

Y su imagen viajaba en primera clase
de mi camarote interior,
incondicionalmente a salvo"...







Con la mirada perdida y desnudo de mundo intentas encontrar respuestas en las gotas que descienden por la mampara. Con las yemas de los dedos dibujas las líneas paralelas de la nostalgia mientras descubres un reflejo en el cristal. Arrinconado contra la huidiza soledad, la realidad se desdobla y, su imagen vuelve a casa en un barco de vapor. A hurtadillas la miras y comienzas a acariciar su rostro reflejado en el vidrio. Un escalofrío te recorre torpe y el deseo comienza a trepar desde tus pies fríos.

La forma de agarrar su imagen resulta casi poética y, durante unos segundos, continúas repasando la comisura de su boca insistentemente. Entreabres los labios para prolongar el recorrido del recuerdo hasta que todo se pierde entre el vaho que enturbia su estampa, entonces la espesa niebla se despeja. 

Aunque cierras los ojos para conservar su olor, el momento se vuelve desapacible. La realidad es una toalla áspera. Tienes frío.

Opening theme by Sakamoto on Grooveshark

lunes, 7 de enero de 2013

Rutinas



La madrugada rota. La película de los sueños espontáneamente interrumpida. Suena Lament de Chet Baker en los títulos de crédito de la noche. Un espejo mal iluminado, el silbido de la cafetera, el ansia destilada en una taza. Queratina, alcohol, aliento de luz, vapor resbalando por los azulejos del baño. Una alfombra vacía, el crujido de la puerta, algo de metal tamborileando en un bolsillo.

El misterioso cuento del alba, la selva de camaleones eléctricos, la peonza del tren a lo lejos. Diciembre muerto en los andenes y, zombies absorbidos por los cercanías (ofrenda para el venerado Dios trabajo). Cielos de cristal, realidad desdoblada en la ventanilla. El rastro de la luna reflejado en el vidrio. La pared negra del túnel difuminando la velocidad. Unas palabras desnudas entre Apollinaire y Pizarnik, las flores estornudando haikus. Huellas de tinta en un sepia cuadriculado. Auriculares, pizarras, espejos eléctricos, almacenes de marchitos sueños (sonrisas y lágrimas en formato virtual). 

Escaleras mecánicas: subir, bajar, desembarcar en la Normandía de los tacones. Fábricas abandonadas cerca de Groenlandia, distrito de gigantes de hielo, sol rojizo alcanzando cristales y acero. Un teclado oscuro, el devastador sonido de los teléfonos, algunas voces infectadas por el tedio y el cólera contenido. Ascensores, tablas de excel, pupilas reventadas por el destello de los monitores. Tupperwares y mugrientos microondas. Conversaciones sobre abandonar este mundo absurdo, este país, esta guerra.

Y regresar a la pálida luz del atardecer con la ansiedad derrapando en la m-30, y enfrentarse a un papel en llamas, y volver a empezar mientras la nada suspira con las manos temblorosas. Y la vida termina con la retrospectiva del día, y se enciende la luz en la mesita de los sueños, y el mundo se apaga, y cierra los ojos...cierra los ojos...cierra los ojos...

Así podría describirse uno de sus días.