martes, 18 de agosto de 2015

EL MAR- John Banville



(...)Se supone que la vida, la auténtica vida, es una lucha, una acción y una afirmación inagotable, la voluntad embistiendo con su cabeza roma contra la pared del mundo, cosas por el estilo, pero cuando vuelvo la vista atrás me doy cuenta que la mayor parte de mis energías se dedicaron siempre a la simple búsqueda del cobijo, de comodidad, de, sí, lo admito, un rincón acogedor. Comprenderlo se me hace sorprendente, por no decir escandaloso. Antes me veía como una especie de bucanero, enfrentándome a todo el que se me ponía a tiro con un alfanje entre los dientes, pero ahora me veo obligado a reconocer que me engañaba. Esconderme, protegerme, guarecerme, eso es lo único que realmente he querido siempre, amadrigarme en un lugar de calor uterino y quedarme allí encogido, oculto de la indiferente mirada del sol y la severa erosión del aire. Por eso el pasado supone para mí un refugio, allí voy de buena gana, me froto y me sacudo el frío presente y el frío futuro. Y, no obstante, ¿Cuál es la verdadera existencia del pasado? Después de todo no es más que lo que fue el presente una vez que el presente ya ha pasado, no más que eso.

EL MAR - JOHN BANVILLE

(El mar no necesita palabras, tan sólo hay que escuchar su sonido como poder redentor). 

miércoles, 12 de agosto de 2015

Partir



A los que huyeron...



Partir...
El azul viaja fuera del tiempo
y algo se divide en dos mitades
tras rajar, tras separar una parte
de un todo.
Ponerse en camino
con la urgencia de
rodear ciudades para dar un paso.
El futuro es ahora
y las vidas que he tenido 
se amontonan en mí.
Siento vértigo al caminar entre tanta gente
sin la certeza de lo que he dejado atrás.
Escucho el rumor de la herida en los ríos,
el pasado late en mi interior
como un segundo corazón
al que le falta el aire.
A veces pienso como un piano desafinado
y mis palabras caen al mundo
como caen los árboles 
bajo la transparencia salvaje de la tormenta.
Ya sólo persiste la memoria donde 
el poema estuvo ardiendo.
Avanza la vida
en esa grieta entre el algodón 
y la fría zona del pecho.
Avanza despacio y
algo se queda fuera, 
tras dejar la luna atrás,
mientras escucho esa voz en "off" que me dice:
-¡Ahora estás solo contra el mundo!-
y siento su desproporcionada batalla.