sábado, 22 de diciembre de 2012

Clarice Lispector- La hora de la estrella

(...)Ella había nacido con malos precedentes y ahora parecía una hija de no-sé-qué con aire de pedir disculpas por no ocupar un espacio. En el espejo, distraída, examinó de cerca las manchas de su cara. En Alagoas se llamaban panos, decían que venían del hígado. Ocultaba las manchas con una capa espesa de polvo blanco y, si se veía medio revocada, era mejor que verse pardusca. Toda ella estaba un poco sucia, porque raro era que se lavase. De día llevaba la falda y blusa y de noche dormía con la enagua. Una compañera de cuarto no sabía cómo advertirle que olía a mugre. Y como no sabía, se quedó en eso, porque tenía miedo de ofenderla. Nada en ella era iridiscente, aun cuando la piel de su cara tuviese entre las manchas un ligero brillo de ópalo. Pero no importaba. Nadie la miraba en la cale, ella era café frío.

Así pasaba el tiempo para esta chica. Se sonaba la nariz en el dobladillo de la enagua. No tenía esa cosa delicada que se llama encanto. Sólo yo la veo encantadora. Sólo yo, su autor, la amo. Sufro por ella. Y sólo yo puedo decirle así: "¿Qué habrá que me pidas llorando y yo no te dé cantando?" Esa muchacha no sabía que ella era lo que era, tal como un cachorro no sabe que es cachorro. Por eso no se sentía infeliz. Lo único que quería era vivir. No sabía para qué, no se lo preguntaba. Quien sabe, tal vez encontraba que había una ínfima gloria en vivir. Pensaba que una persona está obligada a ser feliz. De modo que lo era. ¿Antes de nacer ella era una idea? ¿Antes de nacer estaba muerta? ¿Y después de nacer iba a morir? Pero qué fina tajada de sandía.

Clarice Lispector.


Hace no mucho escuché hablar mucho y bien de C. Lispector. Alguien dijo que C. Lispector era de lectura obligada para todo aquel que concibe la literatura como algo más que una afición. Leer a Lispector no es fácil, y no todo el mundo está preparado para su lectura-escuché-.

He leído que en sus libros te pierdes. Es inevitable. Porque su obra es una pérdida. Un extravío. La norestina, personaje protagonista de La hora de la estrella, aparece con los rasgos de la víctima perfecta, y, sin embargo, ¿es realmente una víctima o una heroína? Días, nombres y espacios aparecen diluidos en un personaje que se alimenta constantemente en su propia debilidad. Y esa es su fortaleza. 

Ante este panorama comencé a leer a C. Lispector predispuesto a no comprender, pero finalmente, adentrarse por las enredaderas de su mundo ha sido una agradable expedición. Sus palabras convertidas en imágenes, su impacto lírico, su complicada estructura formal y ese narrador extraño del que podría debatirse durante horas, son las claves de esta autora.  Pasadas varias semanas, aún mantengo esa digestión, lo suficientemente pesada como para prolongar la evocación de su nombre en pensamientos a lo largo de la espuma de estos días...

(habrá que profundizar en su obra).

domingo, 16 de diciembre de 2012

La felicidad

He vivido muchas cosas y creo que ahora sé lo que se necesita para ser feliz: una vida tranquila y alejada en el campo, con la posibilidad de ser útil a otras personas con las que resulta fácil hacer el bien, y que no están acostumbradas a que las ayuden. Quizá un trabajo que sea de algún provecho, y luego descansar, la naturaleza, libros, música, el amor al prójimo. Esa es mi idea de la felicidad. Y para culminar todo lo anterior, que usted fuera mía, y que tuviéramos hijos tal vez, ¿que más puede desear el corazón de un hombre?

L. Tolstoi



*Y tú, ¿qué necesitas para conquistar la felicidad? Puede que buscar una carcajada sin olvidarte del mundo. Rodearte de aquell@s que consiguen hacerte dichoso. Ser fiel a ti mismo y no contradecir demasiado tu filosofía sobre las cosas. Jamás perder la inquietud y así evitar creer lo que te dicen. Hacer algún viaje de vez en cuando y, cruzar la frontera para conocer personalmente si la vida es igual de jodida desde el otro lado. Dibujar sueños de colores sobre una casa de papel en Canadá. Regresar de un paseo sin aceras, con hojas pegadas en las suelas de las zapatillas y, poner un buen disco en lugar de encender la televisión. Tener plantas a las que cuidar, un cuerpo para emborracharse amando, muchos libros en las estanterías y algunas fotografías en las que sonríes. Salir adelante, despegar, volar sin aviones, vivir...

sábado, 15 de diciembre de 2012

Democracia- Pablo Gutiérrez

El trabajo desarrolla y perfecciona las aptitudes del individuo. Cuando se ejerce de acuerdo con los gustos e intereses del trabajador, es una fuente de satisfacción y estímulo, es decir, una fuente de realización personal.
Sea grato o ingrato el trabajo que realizamos, siempre debemos aceptarlo como un reto que nos obliga a capacitarnos y exigirnos una verdadera ética profesional.

Sociedad 8, Educación General Básica
Santillana 1985


En el 2008, Lehman brothers se cae. Marco es despedido. Un mundo de sueños artificiales se desvanece. La vida estalla, se rompe en mil pedazos hasta convertirse en el inframundo en el que vivimos.

(...)Lehman brothers se desplomó delante de las narices del mundo atónito el mismo día que Marco fue despedido. Coincidencia cósmica: en dietario de infortunios universales su insignificante tragedia empequeñeció frente a aquel monzón bursátil que, como dicen los locutores con precisas metáforas, quebraría los cimientos del blablabla internacional.

Marco debería sentirse orgulloso, de algún modo participó en un acontecimiento formidable, hito histórico, caos apocalíptico, devastador episodio y todos esos adjetivos tan bien escogidos que los periódicos engruesan en las papillas. Sólo un imbécil sin perspectivas se dejaría llevar por el resentimiento en lugar de agradecer a los dioses de las finanzas su cuota en la pericia celestial; pero Marco, tan ingrato, es incapaz de apreciar la valiosa ofrenda, por más que busca dentro de sí no encuentra otra cosa que autocompasión y rencor. Cuando sube a la azotea en sus mañanas ociosas tan sólo piensa yo era bueno en esto, era aplicado y sumiso, nunca me retrasaba, nunca flaqueaba, no merecía una suela aplastada en mi culo.

Marco es despedido. Su historia sería como la de tantos otros si no es porque comienza a salir a la calle para escribir versos en las paredes de la ciudad, fuente de inspiración para tres jóvenes anarquistas.

en la turbia antesala no acierta
con la manga la mano quebrada de temblor.
Huiré,
arrojaré el cuerpo a las calles.
Arisco, enloqueceré.

Si hubiese que hacer una lista con los libros de año, Democracia de Pablo Gutierrez debería estar en esa lista. Es un relato inteligente, actual, vivo, incendiario, contado por un voz poderosa, deslumbrante. Una narración explosiva, con mucha fuerza. Elogiado por la crítica  por su estilo transgresor disparando palabras. 

Democracia es la intrahistoria de la prosperidad simulada, el mal despertar de un sueño que nos inyectaron mientras dormíamos: Simulacro del engañoso bienestar, felicidad instantánea, dinero fácil e hipoteca abierta.

Ha pasado el tiempo, el reloj al revés, las agujas acelerando en sentido contrario. Las injusticias más descabelladas, la democracia convertida en un arma despreciable que dispara contra todo. Casi nadie puede salvarse y, cualquier ciudadano (al menos la mayoría) tiene algún motivo para vomitar frente al sistema. Los servicios sanitarios se cierran, se merman o se privatizan. Los colegios cuentan cada vez con menos profesores. las tasas universitarias se disparan. La cultura se hunde. El pequeño comercio echa el cierre. Se rebajan los sueldos de los que se salvan. La inversión se destina a entidades bancarias incompetentes. Casi nadie ha sido condenado por corrupción y los grandes empresarios no renuncian a parte de sus beneficios. Lejos de calmarse los mercados, como preveían con la entrada de la derecha, la prima de riesgo se dispara. El presidente del gobierno, del que casi nadie se fía, es un pasmarote desaparecido y cuando aparece, desalienta, desespera y deprime con su discurso de otra época. 

Ya no existe esperanza, ni siquiera fingida. 

sábado, 1 de diciembre de 2012

Retrovisores

Foto: Elliott Erwitt
 
Nos conocimos en algún lugar de la frontera entre sueños y recuerdos. Fuiste mi casualidad: esa señal luminosa nacida para ser estrella fugaz. Yo estaba dispuesto a acariciar tu espejo retrovisor y vestirme con tus ojos mientras te miraba en silencio.

Sonando aquella canción- que solía escuchar mientas quemaba vida en noches de mala poesía y azoteas- pisaste el acelerador. Encendimos el piloto automático de las palabras y, el tiempo envasado se reventaban para nosotros. Me dijiste que la gripe sólo se cura con abrazos, que existen capas del alma que nadie ha conseguido acariciarte.

Mis labios de velcro y la fibra enmarañada de tu boca quedaron abrochados. Nos desnudamos del mundo y, nuestra ropa tirada por los suelos parecía un paisaje de otoño en aquella buhardilla con los ventanales rotos. Nuestros cuerpos juntos, como piezas ensambladas de un mecanismo extraño, obedeciendo únicamente a la sensorialidad salvaje del instinto, hasta que la calma aparecía, y nos encontraba enroscados con la respiración perdida entre algas y arena.

Luego mi horizonte doblado contra el tuyo: papiroflexia del alma, mapas de papel, aeroplanos de tinta y velocidad parsec con destino a tu pensamiento lateral. Bases aéreas, desencuentros, cartas de navegación hacia el naufragio, poemas canallas escritos en los espejos de la noche, canciones que nos hielan de frío, como cápsulas en formato MP3 con las que quitarse un poco la vida (de encima).  

Ha pasado el tiempo y en mitad de la madrugada, el zumbido del generador de energía se cuela dentro de mí como si fuese la manifestación consciente del silencio, entonces viajo por todas las capas de la pena hasta llegar despierto al vacío. Me levanto para luchar, con prisas. La vida huye en esta ciudad llena de gatos lamiéndose las heridas. La vorágine arrasa como una huracán que arranca las puertas de un vagón cualquiera. Y camino arrastrado por toneladas de carne en movimiento aplastando los andenes, y me dejo llevar, mientras busco en los paisajes de la nostalgia, desesperedamente,  fragmentos de algo que ni siquiera soy capaz de descifrar.