domingo, 19 de mayo de 2013

Nostálgico

                                                                         
La nostalgia es observar el ocaso
hundiéndose al oeste de la ciudad
y llorar entre el hormigón de los edificios
herido por la picadura de nadie,
con las rodillas abrazadas
al epicentro del vacío. 

La nostalgia es caminar
por la ininterrunpida oxidación de la Gran Vía,
como un condenado al silencio, 
mientras el tráfico ilumina la noche
limitando los contornos
de una herida oscura.

La nostalgia es el esquivo reflejo 
de escaparates cerrados.
El césped estéril
de la primavera que piso.
El descontrolado vértigo de la luna:
cementerio de perros muertos, vagabundos y putas.

La nostalgia es un territorio 
de demonios luminosos,
una novela de Murakami, una canción, unos fideos fríos, 
un pasaje al invierno: invisible destino 
para matar el hambre.

La nostalgia es un mundo subterráneo,
un remolino de gritos extinguidos,
un estornudo asmático: dolor y náusea
de codos, zapatos y puertas
trazando las líneas de la fatiga.

La nostalgia es el camino de vuelta:
incondicional refugio de la muerte,
desolada residencia del lenguaje que asfixia,
cuando las palabras queman
y el poema arde.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Hablar solos - Andrés Neuman


                                                                     Robada a pedrolobito

(...)Diviértete, ¿me oyes?, cuesta mucho trabajo divertirse, y ten paciencia, no demasiada, y cuídate como si supieras que no siempre vas a ser joven, aunque no vas a saberlo y está bien, y que siempre haya sexo, y que los hijos vengan tarde, si vienen, y ve a la playa en invierno, en invierno es mejor, ya vas a ver, me duele la cabeza pero me siento bien, no sé como decirlo, y que de vez en cuando viajes solo, y que no te enamores todo el tiempo, y sé coqueto, ¿ me oyes?, los hombres que no son coquetos tienen miedo de ser maricones, y si eres maricón, sé un hombre, en fin los consejos sirven de poco, si no estás de acuerdo no los escuchas, y si ya estás de acuerdo no los necesitas, nunca confíes en los consejos, hijo,  un agente de viajes recomienda lugares a los que nunca va, me vas a querer más cuando envejezcas, pensé en mi padre en cuanto nos bajamos del camión, el verdadero amor por los padres es póstumo, perdóname por eso, ya me siento orgulloso de lo que vas a hacer, me encanto como cuentas las horas con los dedos cuando pones el despertador, ¿o te crees que no te veo?, lo haces a escondidas, por debajo de la manta, para que yo no sepa que te cuesta hacer la suma, voy a pedirte un favor, pase lo que pase, por muchos años que tengas, no dejes de contar las horas con los dedos, prométemelo, pulpo. 

Andres Neuman-Hablar solos


Tres voces, dos triángulos, una misma historia conforman esta road movie: el último viaje de un padre enfermo y con dudas en la memoria, y su hijo de diez años, mientras Elena, acosada por la idea de la pérdida, se embarca en una aventura capaz de rebasar los límites morales.

Crudeza, ternura, perversión y duelo son los ingredientes de otra gran libro, un ejercicio de estilo impecable, un texto ambicioso cargado de sensibilidad de uno de los mejores autores actuales. Andrés Neuman: un grande de literatura, elogiado por Bolaño y reconocido por la crítica como uno de las más prestigioso narradores actuales, y para mí, incuestionablemente, un imprescindible.

domingo, 12 de mayo de 2013

Espantapájaros -Oliverio Girondo


Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros. Llorar entre las puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo. Abrir las canillas, las compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la camiseta. Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos a nado de nuestro llanto. Asistir a los cursos de antropología, llorando. Festejar los cumpleaños familiares, llorando. Atravesar África, llorando. Llorar como un cucuy, como un cocodrilo...si es verdad que los cucuis y los cocodrilos no dejan nunca de llorar. Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas. Llorarlo por el ombligo, por la boca. Llorar de amor, de hastío, de alegría. Llorar de frac, de flato, de flacura. Llorar improvisando, de memoria. ¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

OLIVERIO GIRONDO - Espantapájaros -  Buenos Aires 1932.


Debido a la realización de una apuesta se comprometió a vender 5000 ejemplares; por lo que, alquiló un local  con chicas deslumbrantes para la venta de su libro y una carroza funeraria tirada por 6 caballos transportando un espantapájaros con monóculo, chistera y pipa.  El libro se agotó en un mes.

Oliverio Girondo practicaba la risoterapia poética, pura energía capaz de despertar a los muertos.  Porque hasta para llorar hay que tener  estilo.  
Por cierto,  ¿No os recuerda a un conocido actor español?