domingo, 25 de enero de 2015

Epílogo



A los que abrigan 
con letras
la nieve blanca del papel

A los que descifran códigos secretos 
y ven en la luna un tragaluz
 y anclas en los relojes

A los que llenan 
de tinta azul
 las oscuras paredes del mundo

A los que atraviesan desiertos
 y pueden ver el mar 
en la nebulosa del futuro

A los que encierran 
en milímetros de retina 
 la grandeza del horizonte

A los que encontraron 
en una libreta
el combustible para volar

A los que escriben
 ríos 
que te recorren las mejillas

A los que cruzan
el puente que une
la noche y las ausencias

A los que rugen 
e incendian de ternura
las torres de tus sueños

A todos ellos,
 GRACIAS 
por transformar 
la palabra en poesía 
y al lector en poeta.

domingo, 18 de enero de 2015

Cadena perpetua


Quién no daría todo lo que ha escrito
 por vivir otra hora,
por poder despertar otra mañana

Otra mañana a cambio de su vida
BENJAMÍN PRADO

Una voz anuncia que hay que levantarse. He perdido la noción del tiempo, nadie entiende de relojes tras los oscuros pliegues de la noche. Fue la muerte -mi muerte- la que me trajo a este lugar lleno de cuerpos que viven su propio duelo. Habito al final de los pasillos en el purgatorio del olvido. Tan solo un cubículo de seis metros, un catre, una estantería, una ventana, un patio de cemento como un muelle lleno de barcos con el timón arrancado. Nadie tiene nombre. Diría que somos piernas y brazos, retales cortados con la tijera de la soledad. Nuestras mentes han sido reprogramadas para la desmemoria, sometidas al efecto centrifugado que destiñe cualquier recuerdo, cualquier olor, cualquier idea preconcebida de lo que antes llamábamos mundo. 

Hubo otras vidas y fui verdugo, víctima, asesino, suicida, creí llevar la verdad entre mis manos. Llegué a entender de sótanos, pero también de azoteas. Fui una herida invisible de la ciudad cuyas cicatrices quedaron bajo tu piel. También fui animal, y disfruté de su inocencia, como un lobo solitario que aúlla frente a los despojos de una luna azul. Tuve sueños y pesadillas, volé, y fui la jaula en la que muchos pájaros fueron muriendo. Fui barco sin mástil, y un faro con su luz fundida, o tal vez la carretera en obras que solía llevarte hasta el mar.

En mi aislamiento, recorriendo la distancia de tres pasos, he atravesado todas los pantanos de la tristeza, he llenado libretas de pena dedicadas a ti, me he enfrentados a la perspectiva de los espejos intentando recortar distancias, intentando descifrar esa imagen cada vez más lejana de mí mismo. Aquí tumbado, frente a esta pequeña ventana, veo un pedazo de la luna, repaso una esquina del cielo como si fuese tu cuerpo, huelo la lluvia igual que olía tu axila. Apenas reconozco, no recuerdo la música, quizás el sonido de unos pasos, el rugido de un motor tras los muros, o un día en el que una tormenta llenó mi celda con su sonido, igual que el mar llenaba mis pulmones. Veo en los amaneceres fragmentos de luz acercándose y alejándose por las pistas de aterrizaje de mi memoria. El otro día, de camino a la enfermería, mientras sentía en mi piel el frío de los pasillos, imaginé el invierno, el color de la nieve derramándose entre los cuerpos, y también las luces pálidas de los hogueras, las mantas tras una ducha caliente frente el humeante perfume de las cocinas.

Todo homicida fue un niño en otro tiempo. Puede que salir de aquí sea como volver a nacer. No creo en la reinserción social porque ya no me interesa la sociedad, solo desaparecer, formar parte de la naturaleza. Ser mar y recoger, uno a uno, los restos de mi naufragio y llevar lo que quede de mí a algún lugar en el que nunca deje de soplar el viento, en el que nunca sea posible despertar. 

Me despierto.
Maldito trullo. Por un momento infinitesimal no sé donde estoy. Estoy dormido.

domingo, 11 de enero de 2015

Esencias subterráneas de temporada en formato haiku

Lo bello y lo triste 

Ser la novela
que dibuje en tus ojos
un país de nieve

Escenas de otoño

Mi calcetín de rayas
cayéndose
del cajón de tu ropa interior


Just a perfect day 

Un jardín pintado en la luna
en memoria
de nuestros cuerpos



Allí donde crece el sol

La carretera
del faro,
el trazado de tu espalda

How to See the Sun Rise by Ben Sollee on Grooveshark


domingo, 4 de enero de 2015

Ocurre en las mejores familias

Una bufanda verde, un trolley rojo
y luces doradas en la ciudad 
que huele a carbón.
El tráfico termina 
en una calle 
con nombre de poeta
y tu casa, 
tus recuerdos de niño,
frente a una luna
que te mira 
como quien espera un aullido.
La calefacción de tus padres,
el abrazo con aliento a cerveza de tu tía,
el asado -receta de tu abuelo-,
la terraza de los cigarrillos,
el porvenir de tu hermano
y tu tío que sigue en la cárcel
como un barco varado 
al final de una tormenta.
Este año 
la más pequeña de la casa,
con la vida creciendo en sus ojos
como la maleza en el cemento,
juega a desordenar 
las noventa y una piezas 
del puzzle de muerte de tu abuela.
En la televisión Madrid,
tan llena de gente como vacía de ti,
hace sonar las campanas
en nombre del futuro.
Luego el brindis, 
las promesas, los abrazos
el vértigo al ver la vida
 pasando como de lejos.

La mañana te encuentra
como una conversación inacabada,
y frente a las calles de Viena
los restos de una noche azul.
Tu madre amanece
con las manos frías
y bailas con ella un vals
sobre las zapatillas prestadas de tu hermano.
Comienza a acelerarse el ritmo
y otra vez la mesa, la familia,
las despedidas, la resaca en la maleta
con la que cada cual regresa a su invierno
como el invierno que existe en la palabra adiós.
Luego la locomotora arranca
desde aquel andén 
donde terminan todos tus recuerdos,
y el tren avanza
atravesando la oscuridad
como quien busca en la noche
 llegar al corazón del frío.
Tú miras por la ventanilla,
pones música en tu smarthphone
y repasas las fotos donde apareces
entre tanta comida mientras piensas
que tal vez no te apetezca cenar.

Ocurre en las mejores familias, 
suele ocurrir en las mejores familias.  

A Few Honest Words by Ben Sollee on Grooveshark

Esta ha sido mi primera canción del año, porque este año me gustaría ser más honesto, llamar a mi abuela de vez en cuando, abrazar a mi sobrina, vivir la paz o sino buscarla en cada uno de mis actos, alejarme de las fronteras de la tristeza, sonreír, mirar a los ojos y vivir el mundo cara a cara, montar en bicicleta, leer, escribir, sentir el mar, viajarme o quizás avanzar dentro de mí. 

Tampoco pido demasiado. Feliz y poético 2015 a todo@s. Brindo por ello.