viernes, 26 de junio de 2015

Sobre tiempos verbales


amar(te):

Primera persona singular
del futuro perfecto
de vivir.

domingo, 14 de junio de 2015

Feria del libro


















-Escribir un poema es intentar desatarse,
adivinar en qué mano está la moneda

-dije yo-. Tú mirabas
el sol igual que un fuego encima de la isla
y yo dije: -La poesía empieza
cuando ya has olvidado qué es lo que te asustaba
pero aún tienes miedo.

Yo veía
las torres blancas. Tú dijiste: -Es raro,
nos gustaría huir
pero nadie nos sigue.


Junto al agua,
partiendo nuestras vidas,
cortándonos las manos al coger los cristales,
tú dijiste: -La poesía es todo
lo que hay entre un disparo y el animal herido.

Parecías
tan lejos, tan a salvo
de ti y de mí;
distinta igual que siempre,
rota y vuelta a armar de una manera nueva.

El sol se fue. La noche
se acercaba y yo dije: -¿Recuerdas que jugábamos
a poner nuestros años
al lado de la Historia? Por ejemplo:
aprobaste Latín y Armstrong llegó a la luna...
Y tú dijiste: -El fuego
                                           de los días,
                                                                   la suma
de las horas,
las letras de "Armstrong llegó a la luna"...

Estábamos tan solos,
tan cansados,
como perros perdidos en medio de la lluvia,
como hombres mirando la noche desde una casa vacía.

Vi las últimas luces de la costa y el cielo
extraño encima de la playa. -A veces
-dije- no hay más que eso
y algún sitio donde ir pero ningún sitio donde quedarte
y palabras que son las piezas del abismo
y recuerdos igual que disparos en una diana.


Luego llegó la luz, el ruido azul
de la mañana,
mientras tú decías:
-Te di mi corazón y quisiste mis sueños,
te di mis sueños pero quisiste mi esperanza.
y yo dije: -Sí, es eso. Eso es todo:
una sola mujer y un millón de maneras de perderla.

Me miraste. Dijiste: -¿Y después? Y yo dije:
-Nada. Después no hay nada.
Después de eso
tenemos que estar juntos para siempre.


Nos quedamos callados,
junto al agua,
mientras la luz rompía el orden de la noche,
mientras el mar se estrellaba contra los nombres de las ciudades.
Mirando el sol sobre las torres blancas.
Cada uno observando su corazón moverse
lo mismo que un pez rojo en la oscuridad de un río.

La sombra de las torres se parecía a mi vida.

Cada uno protegido por su propio dolor,
como ángeles mirando una tormenta desde el fondo del cielo.


De "Todos nosotros" 1998 -BENJAMÍN PRADO


Benjamín Prado:

Ahora que se ha terminado la feria del libro sólo puedo decirte que fui el primero. Esperé diez minutos en la caseta de la Editorial Visor. Sentí en la piel el instante como el momento anterior de un todo. Luego apareciste y me hubiese gustado decirte que escucho el rugido de un león en tus poemas, que el fuego se parece a la tinta con la que escribes y que los ojos me arden bajo la potente luz de tus palabras, me hubieses gustado preguntarte cómo se puede ver en la oscuridad, cómo se descifran los códigos secretos que las palabras envuelven, cómo se puede ser más fuerte que el olvido, y sin embargo, sólo pude sonreír cuando me firmaste "Marea humana" . Te dije que Ecuador era mi favorito, tú fuiste agradable, me contaste algo sobre añadir nuevos poemas y reeditar, y con tus palabras sólo pude constatar una cosa: eres de carne y hueso. 

Recordaré esta feria del libro: el olor a papel, mi bici, la lectura en un jardín de primavera, buscar mi paraíso en el reverso de la caseta 85, volver atrás y pensar hacia delante, despeinar la zona, disfrutar de la ansiedad de la tarde, sentir el poema y el esplendor de su abrazo, suspirar.