(...)Se supone que la vida, la auténtica vida, es una lucha, una acción y una afirmación inagotable, la voluntad embistiendo con su cabeza roma contra la pared del mundo, cosas por el estilo, pero cuando vuelvo la vista atrás me doy cuenta que la mayor parte de mis energías se dedicaron siempre a la simple búsqueda del cobijo, de comodidad, de, sí, lo admito, un rincón acogedor. Comprenderlo se me hace sorprendente, por no decir escandaloso. Antes me veía como una especie de bucanero, enfrentándome a todo el que se me ponía a tiro con un alfanje entre los dientes, pero ahora me veo obligado a reconocer que me engañaba. Esconderme, protegerme, guarecerme, eso es lo único que realmente he querido siempre, amadrigarme en un lugar de calor uterino y quedarme allí encogido, oculto de la indiferente mirada del sol y la severa erosión del aire. Por eso el pasado supone para mí un refugio, allí voy de buena gana, me froto y me sacudo el frío presente y el frío futuro. Y, no obstante, ¿Cuál es la verdadera existencia del pasado? Después de todo no es más que lo que fue el presente una vez que el presente ya ha pasado, no más que eso.
EL MAR - JOHN BANVILLE
(El mar no necesita palabras, tan sólo hay que escuchar su sonido como poder redentor).
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