jueves, 5 de mayo de 2016

Poema generacional





Levantarse a las nueve los sábados. 
Tener pastillas en el cajón en lugar de preservativos.  
Llevar el reloj adelantado y contratar un seguro de vida. 
Asistir al dentista, hacerse una quiropodia.  
Mostrarte al mundo con una foto de tu sobrina.
Estar cansado, descubrir la realidad tal como es 
y pensar en las consecuencias de tus actos.

Hacer cocido los domingos.
Encontrarte un lunar que crece frente al espejo.
Recibir cartas del banco y de la compañía de gas. 
Cambiar la lámpara del baño y los muebles de sitio.
Recordar el cine donde pusieron un Zara. 
Redescubrir el western y los concursos de televisión.
Morir en el sofá los viernes por la noche. 
Sentirte molesto con los ruidos de los vecinos. 
Entender las noticias de economía y abrir una botella de vino tinto.
Dejar el ron para pasar al gin y el rock para pasar al jazz, los albergues por hoteles
 y las web de alquileres por las páginas sobre venta inmobiliaria. 
Perder amigos y encontrar conocidos.
Invertir cada vez menos espacio y tiempo en uno mismo.
Dejar el tabaco, aparcar esa idea romántica del inconformismo.
Domesticar enfermedades crónicas como el desamor y el miedo a la muerte.

Pero creer principalmente y
a pesar de todo que
aceptarse a uno mismo
es la mejor manera
de cambiar el mundo.

(Aquí repito una versión de aquello que un día escribí con letra pequeña).

6 comentarios:

  1. Conocerse, aceptarse y quererse nos hace más libres y más fuertes, para cambiar el mundo o simplemente vivir conscientemente. Me gustan tus poemas siempre me parecen cartas abiertas, palabras reales y sinceras en las que una puede verse reflejada y encontrarse en tus palabras, y sentirte.
    Un placer, un abrazo ;)

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    1. Me alegro que te encuentres en este poema. No es más viejo el que cumple años sino el que vive consciente de ello.

      Un placer que comentes. Abrazos.

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  2. Me ha encantado encontrarte
    Me voy a dormir antes te felicto

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  3. Adulthood.
    Me haces sentir nostalgia. Quizá lo que vivimos ahora no es lo que imaginamos hace muchos años. Quizá no es el retrato perfecto que algún día deseamos y obviamente no todo es un cielo despejado o un sueño del que no queremos despertar. Los años se acumulan, nosotros crecemos, lo cotidiano adquiere otros colores. Muchas personas cambian solo físicamente pero el ideal sería que el crecimiento también sea interior. Algunas veces la vida parece convertirse en una lista de cosas que hacer, una agenda que cumplir. Afortunadamente aún existen momentos más allá de eso. Y ahí está, en el fondo de todo, la madurez. Saber que al final nos tenemos a nosotros. Que somos el origen ante todo. Aceptarse, descubrirse, reinventarse. Nada fácil. Quizá un proceso que a algunos nos lleva años. Pero tan primordial para alcanzar esa paz interna.
    Me ha encantado. Ya lo he leído varias veces y cada vez me gusta más.

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    1. Hay que sentirse vivo, siempre. Al tiempo sólo se le gana con la vida. Gracias, M.

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