martes, 5 de julio de 2016

Que todos los trenes rojos de esta ciudad terminen su recorrido en ti.




En ese precipitado murmullo
que conduce al tiempo
cuando el rojo de la tarde
parte en dos las estaciones,
y yo veo como se marchan mientras
la palabra "adiós" flota
ligeramente encendida
por encima de la voz que la pronuncia.
Veo como se marchan
y las manos de él
se alejan de los hombros de ella
igual que un barco se aleja del muelle
para convertirse en un destello del mar.
Veo como se marchan
y a cada paso que dan
habita esa sensación luminosa
de que serán sus huella
las que como una cicatriz escrita en el paisaje
resistirán a la marea.
Veo como se marchan
y a sus espaldas
se resume una ciudad encendida
en cuyo resplandor
el verano abre sus brazos.
Les veo marcharse:
él sube al tren,
ella ahora es el frágil temblor
que cruza en la intimidad de su ventanilla.
Está anocheciendo
y se encienden
las luces rojas de la estación,
un tren se aleja
y yo veo
como se marcha
justo
cuando llegas tú.

3 comentarios:

  1. el romance de tus letras me ha encantado

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  2. Un poema que recorre a hurtadillas los adioses y los recuentos. Cuando el rojo incendia los ojos ya no caben los extintores de la luna ni la luz de una estrella para remediar esa deliciosa enfermedad de la que nunca pienso vacunarme
    Creces en cada poema.

    Un abrazo y disfruta del verano y su romance

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  3. Tiene que haber desencuentros y despedidas para tener reencuentros y comienzos. El amor es como una estacion, vienen, van y unos trenes son de largo recorrido, otros de cercanias... de qué depende ??? Eso ya que conteste otro. Precioso y delicado poema,
    Un abrazo!

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