ACTO 1, ESCENA 2
Si me permiten que atraviese la cuarta pared, me llamo Hazie Coogan.
No tengo vocación de dama de compañía a sueldo, ni tampoco de ama de llaves profesional. Ahora que soy vieja mi rol es fregar las mismas ollas y cazos que ya fregué en mi juventud -he hecho las paces con ese hecho-, y aunque ella no los ha tocado ni una sola vez en la vida, esas ollas y cazos siempre han pertenecido a la majestuosa y gloriosa actriz de cine, la señorita Katherine Kenton.
La elegante Katherine Kenton es mi dueña en la misma medida en que el piano es el dueño de Ignace Jan Paderewski... parafraseando a Joseph L. Mankiewicz, que me parafraseaba a mí, que soy quien dijo e hizo la mayoría de esas cosas inteligentes y deslumbrantes que más tarde contribuyeron a hacer famosa a otra gente. Es por eso por lo que puedo decir que ya me conocen ustedes. Si han visto ustedes a Linda Darnell en el papel de camarera de bar de carretera para camiones, colocándose un lápiz detrás de la oreja en ¿Ángel o diablo?, ya me han visto a mí. La Darnell me robó a mí ese detalle. Igual que Barbara Lawrence cuando soltó esa risa suya parecida a un rebuzno en Oklahoma. Ha habido tantas grandes actrices que me han mangado mis gestos más efectivos, y también la precisión de mi habla, que ya han visto ustedes artes de mí en las interpretaciones de Alice Faye y deMargaret Dumont y Rise Stevens. Reconocerían ustedes fragmentos de mí -una ceja enarcada, una mano nerviosa que juguetea con el cable de un auricular de teléfono- en incontables películas de antaño.
Si conseguís llegar al final, sin morir aturdidos por este empacho de nombres y apellidos, que recuerda un poco a Amerincan Physcho o Eva al Desnudo, descubriréis otro derroche de imaginación del gran Chuck Palahniuk , autor conocido por "El club de la lucha".
La historia como adelantan en la primera página trata de:
Chico conoce a chica, chica se enamora de chico, ¿chico mata a chica?
La chica es Katherine Kenton, una gran estrella en proceso de decadencia, neurótica, especialista en divorcios, retornos profesionales y operaciones de cirugía estética al más puro estilo Elizabeth Taylor. El chico, un espécimen que responde al aparatoso nombre de Webster Carlton Westward III, encarna el papel de seductor bajo sospecha de dudosas intenciones.
La historia está peculiarmente contada en escenas y actos, por Hazie Coogan, persona que lleva años al servicio de la actriz velando porque sus deseos se hagan realidad, aunque realmente maneja su vida y sospecha de las intenciones del seductor, por lo que decide emplearse a fondo para destruir la relación.
Como es de suponer, el libro tiene su giro sorpresa, y está contado de forma muy original, dado que se trata de un guión novelado con movimientos de cámara, escenas, y uso de las negritas para remarcar un sin fin de personajes y elementos importantes, sin que falte como siempre: dosis de humor negro, ironía y contundencia.
Se abre el telón: Show businees, famosos, actores y actrices del cine mudo, teatros de Nueva York, prensa clásica del corazón, y otros tantos de una novela muy divertida. Ideal para desengrasar.