Los días se repiten, te arrastran hacia un final previsible. Protagonizas una película sin giros ni contratiempos. ¿Qué hiciste ayer? ¿Qué harás mañana? -te preguntas-. Los recuerdos son sólo una persiana rota que cuelga sobre la ventana de tu mente.
En la desembocadura de las horas, en el desfiladero de la noche, permaneces quieto como una fotografía mientras el reloj de pared se encoje sobre el viejo sofá, eres desperdicio y pizza fría en una caja de cartón, eres un mantel con salpicaduras de grasa, una cerveza caliente y un papel escrito con letra decrépita que apenas dice algo bueno de ti.
Existe un orden extrañamente establecido y tú solo formas parte de una ecuación cuyo resultado es la muerte. Acabas de entrar al quirófano, anestesiado, adormecido frente a los envenenados estímulos de tu televisor. Cierras los ojos hasta comenzar un nuevo día, el mismo día que otros días. No hay sueños: solo duermes. Los sueños están desintonizados, atrapados entre la nieve gris con la que terminó la programación, la vida sólo existe en las películas, tú no puedes escapar...
Por fin me he comprado una tele en color
y la otra noche
me topé con una peli
y hay un tipo en
París
está sin blanca
pero viste un traje muy bueno
y lleva la corbata anudada a la perfección
y no está preocupado ni borracho
sino que se encuentra en un café
y todas la mujeres preciosas están
enamoradas de él
y de alguna manera consigue pagar el alquiler
y seguir subiendo y bajando las escaleras
con camisas limpísimas
y advierte a algunas chicas
que mientras ellas son incapaces de escribir poesía
él sí es capaz
pero en realidad no le apetece
en esos momentos:
en vez de eso busca la Verdad.
mientras tanto lleva el pelo cortado a la perfección
no tiene resaca
no tiene tics nerviosos en los ojos y posee dientes blancos
perfectos.
Yo sabía lo que iba a ocurrir:
conseguiría la poesía, las mujeres y
la Verdad.
Apagué la tele
pensando, estúpido hijo de Puta
te mereces
las
tres cosas.
DIENTES BLANCOS PERFECTOS- Charles Bukowski