(...) Las siete menos cinco. Dentro de cinco minutos, pararé la película. La gente de la estación, los coches desfilando, los silbidos y los humos del ferrocarril cercano, todo es como una pantalla alrededor de mí. Me gustaría prenderme, como un broche, en un sitio donde brillara. Esta tarde la sombra se diluye y el sol me inunda. Las siete menos tres minutos.
Ya no levantaré la vista hacia ese reloj, ni hacia el vaivén de la puerta de la terraza. Julien va a llegar entre una de esas oleadas de gente. Mis ojos lo esperan, bajos y ciegos. Fluidez sobre lo liso, vaguedad sobre lo desenfocado. Estoy aquí, es verdad. He vuelto a encontrar mi camino tras haber cojeado, arrastrándome por atajos sombríos, pero siempre iba hacia él, imantada y espoleada por un oriente fijo. No he perdido la brújula. ¡Hola Julien! Mi cabeza se vacía por los ojos y miro a Julien sin poder decirle nada. Y todas las preguntas, todas las angustias y todas las promesas se funden, se anulan y se realizan en este segundo en el que nos miramos.
Albertine Sarracine- El astrálago.
Un libro luminoso: incandescente diría, vivo, provocador, mordaz, una película francesa en blanco y negro, definitivamente imprescindible. Prologado por Patti Smith.
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