jueves, 8 de julio de 2010

Reflexiones Marathonianas.


Tengo el dorsal 5669.No es que tenga 5668 competidores. Mi único competidor es el "yo" de ayer,la victoria o la derrota no es crucial,lo importante es sentirse vivo.


A zancadas piso un asfalto de recuerdos, el sonido de las pisadas es el reloj de los deseos, atrapo imágenes para introducirlas en el agujero que un día me hizo tropezar. En ese punto está el aprovisionamiento energético que me fortalece para llegar hasta el fin.


Sí.Quiero llegar hasta el final. El cansancio de los demás es un espejismo que absorbe mis fuerzas, los aplausos son emociones que no me pertenecen. En lo mas profundo de mi "yo" está la llave para optimizar la energía, para dosificar el esfuerzo, también está la armonía de mis pasos largos, el equilibrio en la aceleración y deceleración.


Ya escucho los rugidos del león en la meta, mis emociones se agilizan, este sentimiento vital me empuja ,evita creer que no me quedan fuerzas. Cada vez veo el reloj mas cerca, mi cámara visual aún lo desdibuja.


50o metros,400 metros....


Mi cuerpo se tensa totalmente. Las piernas,los brazos,el cuello, el corazón al limite de velocidad por la autopista cada vez mas estrecha. El reloj se va acercando, ya puedo distinguir los rasgos fluorescentes que poco a poco me deslumbran, cada vez me hago mas pequeño y el reloj mas grande, quiero atravesar sus puertas, quiero dejarlo atrás y descansar un rato....


Los rayos brillantes ciegan mis ojos, ahora no los necesito para ver perfectamente, todo ha acabado, y todo volverá a empezar. Eso es lo bello de la carrera.


En ese preciso instante suena el timbre del despertador. Empieza un nuevo día y corro mas que nunca para coger el tren de las 7:30.

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