Al principio, concibes el libro bajo la etiqueta de los libros de misterios. Es decir, una integra a resolver, algún personaje misterioso, otro con capacidad intelectual extraordinaria al estilo Dan Brown, un escritor que utiliza la historia para su novela.
Acostumbrado a los procesos lógicos de esta clase de libros, esperando ese giro inesperado que no llegaba a producirse, la historia no expresaba demasiado. Entonces ocurre, y los ingredientes de la novela de misterio se ven trucados, se produce una manipulación invisible extraña, ajena a los procesos lógicos que nuestro cerebro selecciona para luego jerarquizar, y así tomar la decisión acerca de que información corresponde almacenar.
De repente te das cuenta de que realmente el libro cuestiona al lector, a su manera de leer. El argumento es sólo una escusa sin importancia para criticar nuestra aproximación a la lectura, lo que también puede extrapolarse a la vida, a lo previsible de nuestros modelos de conducta.
" Durante unos minutos permanecí inmóvil en el sillón, incapaz de reaccionar, sobrecogido. El escritor no estaba incorporando mis aventuras( o desventuras, mas bien) a un libro en gestación: el libro ya había sido escrito y publicado, y era yo quien estaba adaptando mi propia vida a una trama preexistente. Todo( o casi todo) había sido un montaje; además que requería la complicidad de todas( o casi todas) las personas implicadas. Era la única explicación posible que en vez de aclarar, oscurecía aún mas mi atropellada historia".
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