Estoy encerrado en una oficina: me acuna una canción de teclas; las mamparas de cristal se levantan como diques más allá de mi cabeza; bloques de hielo peinan el aire a mis espaldas; las nubes pasan por el techo pero no puedo verlas; bocanadas de asfalto entran por los vanos y los claxons de los coches llaman distantes. Clavado en mi sillón, al lado de un horrible aparato de escanear imágenes, dictando ordenes, correspondencia dirigida a vidas inexistentes... escribo mi primer libro de versos. Un pésimo libro de versos ¡Dios te salve, amigo, de la inquietud del rosal! Pero lo escribo para no morir.
jueves, 24 de octubre de 2013
domingo, 20 de octubre de 2013
Re-nacer
Un soplido de poniente
descompuso mi mundo.
Mis cenizas esparcidas
recogí,
una a una.
Caminé desnudo por la calles,
pasé cien noches
en el barrio de los lobos
y desperté.
La ciudad que me gritaba
ahora escucha mi rugido.
Y vivo luchando, deseo luchando
estar luchando...
martes, 15 de octubre de 2013
Mirando al cielo de los perros (un año después),
Con la misma
esperanza vimos, una a una, envejecer colinas. Sobrevivimos al mar
dejando seis huellas a cada paso. Explosiones también hubo que nos
hicieron daño. Tu pequeño cuerpo fue ovillo frente al ventilador de la
nevera, y yo apoyaba mi cabeza en tu espalda, y te contaba historias
acariciando tu pelaje con mis manos todavía mojadas del fregadero.
Aprendí a
vigilar tu respiración, tus sueños, pero la madrugada nos cogió
desprevenidos. La noche era pánico, frenazos urgentes, motores rugiendo
de dolor en calles mal iluminadas, coches mal aparcados, y frío,
demasiado frío para comienzos de otoño. Tú no caminabas y te cogí en brazos para buscar refugio en aquel lugar que olía a química y a muerte.
Tumbada, con
el alma que iba y venía y la mirada perdida, acaricié con los dedos tu
cara que ya es recuerdo. Y tus ojos, un destello sin luz suficiente
como para perseguir mis movimientos desordenados, apenas miraban. Te
dejabas hacer, inerte como un muñeco sin cuerda, pero tuviste fuerza
para levantar la cabeza y, usando esa voz que sólo utilizo cuando hablo
contigo, te pregunté: ¿nos vamos a casa? Y contestaste que querías
quedarte allí, mientras la vida se acercaba y huía como una bombilla a
punto de fundirse.
El silencio
te buscaba. La oscuridad se hizo. Y desde entonces no ha parado de
llover, y las noches me queman de frío mientras te invoco, te reclamo,
te siento y retorna tu imagen. Y cada minuto es un minúsculo adiós. Y
los días son un vacío entre instantes que recuerdo como nuestros.
Y me abandono al dolor, con el rictus todavía descompuesto en moléculas
de agua y sufrimiento, y me estremezco cuando el olor de tus cosas
impregna mis manos, y mi cocina está ausente de ti, y mi nevera vacía. Y
el futuro me hiela los brazos cuando pienso que envejecí diez años en pocos días.
Las
partículas de tiempo se sucederán, a la vez que perdemos la memoria, cuando el olvido definitivamente te lleve y estemos acercándonos. Y
los árboles crecerán, y les cortarán sus ramas, y volverán a crecer. Y tu
recuerdo dejará de ser un dardo certero, porque nunca has muerto, lo sé,
te adelantaste sólo para esperarnos en la cara oculta de la luna.
15/10/13 Luché por conciliar el sueño, pero tu recuerdo inundó mi noche de nostalgia. Xila, hace falta sonreír para pronunciar tu nombre.
domingo, 6 de octubre de 2013
Insomnio
Robado a Alissafilmmaker
Te concentras en la lluvia. Ahí fuera la ciudad es como un pequeño televisor a oscuras. Los semáforos parpadean, cansados, dejándose llevar por la espesura de la noche. Cierra los ojos, estás a salvo. Puede que el ascensor que sube a tus sueños esté averiado pero tienes cometas verdes en tus retinas para volar. Lo sé, tu ángel de la guarda perdió mucha sangre en aquel accidente aéreo, pero se pondrá bien. Abrirá sus alas para planear sobre un cielo sin cúpulas ni asfaltos. Regará las estrellas de tu jardín de otoño.
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