sábado, 16 de noviembre de 2013

Zapatos de cordones



Yo no los escogí, fueron un regalo del destino. Sí, echaré de menos mis zapatos de cordones. Significaron mucho para mí: la representación del equilibrio, el nexo de unión con las calles, la dulcificada amplificación de los sonidos cuando las aceras sucias de la noche son sólo nostálgicas melodías que se cuelan en mis sueños. Y ahí estaban mis zapatos de cordón, cuando mis pies pisaban cristales rotos de fiestas anteriores y colillas todavía encendidas. 

Estuvieron siempre en el lugar más especial de mi guardarropa y me los ponía a diario. Con ellos, caminar y volar representaban la misma acción. Eran confortables, me dotaban de un aspecto ligero, elegante, con el grado de sofisticación exacto, y me conferían la seguridad de aquellos que se mueven por la ciudad con el paso firme y la espalda recta. 

Habíamos llegado casi al límite máximo de la plenitud cuando mis zapatos se rompieron, y de no ser así hubiésemos conseguido ser la articulación perfecta, una aleación química sorprendente,  un sindicato justo. Pero se rompieron, ¡Desgraciadamente se rompieron ¡Sí, se rompieron! Aquel día habíamos caminado durante horas y los túneles oscuros se nos hicieron demasiado largos, visitamos esquinas prohibidas persiguiendo huellas de huidas que vendrán. No pudieron soportarlo más, demasiadas idas y venidas, demasiadas fugas, demasiado barro para llegar al final de nuestro destino.

Al día siguiente, mientras caminaba descalzo entre las hojas de mi casa sentí dolor, mucho dolor, el mayor dolor de toda la historia de mi dolor; y abrí la persiana, y mi canario cantaba y le grité para que no lo hiciese; y miré al cielo, entre resignado y confuso: que saliese el sol era una falta de respeto.

Adelante Bonaparte (I) by Standstill on Grooveshark

5 comentarios:

  1. Hay momentos en los que uno, por mucho que no se vea con fuerzas, tiene que dejar todo lo que le llevó hasta ese punto del camino y seguir andando con determinación.

    Al final, caminar, con o sin zapatos, es lo único que nos queda.

    Cuídate.

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  2. Los apegos ya sea a una edad, a un objeto o a alguien.
    Siempre que sentimos una perdida de ese algo/alguien
    que nos daba equilibrio se nubla el cielo, pero al final
    del camino vuelve a brillar el sol. Hay que adaptarse a la
    marea como diría Punset.
    Hay que seguir caminando y desatarnos de esa herida.

    Un besazo

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  3. Lo importante es caminar, no importa adónde, pero caminar.
    Este texto me recordó que cierta vez, en Cuba, tuve unos tenis que eran un número más chico que el que yo usaba. Bue, no importa la historia, mejor vayamos descalzos para sentir la tierra que un día nos tragará!
    Ya sabes, esa imagen me encanta.
    Un beso

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  4. LADRÓN, SANDRA, VIVIAN -Es preciso caminar descalzo, desnudo e incluso sin muletas...

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  5. Es una pena que se hayan roto, pero nunca hay mal que por bien no venga. Encontrarás otros zapatos que los sustituyan, e incluso puede que te acaben gustando más que los viejos.
    Un saludo

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