viernes, 14 de mayo de 2010

EL CUADRO



Exposición dedicada a Monet.Abstraido,pasea su soledad por los jardines de Giberny.Una sensación impresionante e impresionista ,de colores pastel ,flota en el ambiente.Mientras juega a imaginar que los cuadros son los ojos y el alma del artista mirando de frente,reflexiona por un instante acerca de lo frustrante que debe ser para un pintor,que un visitante dedique únicamente un par de segundos frente a una de sus obras.



De repente, un cuadro de Gerhard Richter capta su atención,mira la tarjeta dónde figura el nombre del autor pensando que la obra es de Turner.Justo en ese momento desconecta su MP3.En una décima de segundo el palillo de su memoria empieza a escarbar en sus recuerdos.En lo mas profundo atrapa un pensamiento,lo mantiene fuertemente apretado.Para ello cierra los ojos un instante,y se concentra frente al cuadro poniendo a su servicio todas las facultades contemplativas.Primero los recuerdos se convierten en imágenes, luego cuando está en el clímax de la concentración capta olores,e incluso su lengua es capaz de sensibilizarse frente al cuadro.


Una pequeña caracola suele estar escondida en el segundo cajón de su mesa de noche,justo debajo de los calcetines.Tumbado en la cama la coloca exactamente sobre su oído izquierdo. Suena en el silencio,el sonido le transporta a otra época.

Para ser un día de agosto,el sol está totalmente cubierto por unas nubes que amenazan con poner en libertad a la lluvia.
Camina dejando sus huellas sobre la arena,hoy virgen y desnuda.Un bote abandonado que un buen día transportaba pescado fresco a los muelles,tiene parte de su cuerpo sumergido en el agua.La naturaleza se ha instalado a su antojo en la embarcación,apoderándose sin piedad, hace de ésta su hogar, ocupando su espacio allí donde la actividad del hombre desaparece.El tiempo, en comunión con la naturaleza, ha carcomido la esencia de la madera y ha desgastados los colores,dejando un recuerdo impreciso de lo que algún día el bote pudo ser.



Ahora está sentado sobre uno de los tablones del bote,enciende un cigarrillo,lo sostiene con la mano derecha,su mano izquierda intenta contrarrestar al viento y al salitre que,cómplices, enredan su flequillo.Su mirada divisa el horizonte,buscando una línea confusa que une el cielo y el mar,ese mar que danza en armonía ondulante,esa inmensidad que nos hace pequeños pero libres.



Sumerge los dedos.Como si fuese la primera vez, siente su tacto.Hay en él de todo y a un tiempo: Sol,frescor,viento,la transparencia del aire,el plateado brillo del agua.Sus brazos son de pizarra y el salitre dibuja formas en su piel.Un olor a sardina asada,proviene de un chiringuito 40 metros a su espalda,en ese momento humedece con la lengua sus labios salados.Está de nuevo frente al cuadro,una voz interrumpe y le arranca de cuajo sus recuerdos,en escasos dos segundos ha vuelto a la realidad,y ya no puede escaparse de ella.



Decide abandonar la exposición.....


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