miércoles, 4 de agosto de 2010

AZOTEA



Desde la azotea de la noche aspira el tiempo que se va con el humo de un cigarrillo liado.Un paisaje de antenas y luces contrarresta la oscuridad, gatos negros en los tejados han perdido su camuflaje y tensos vigilan los movimientos del mundo nocturno.

Universos globalizados en cinco alturas de ladrillo rojo.Ventiladores interiores. Ondeantes visillos de algunas ventanas, otras permanecen abiertas con las cortinas separadas. El calor desnuda intimidades, mantiene las neveras abiertas. Algunos maridos sin camiseta buscan la última cerveza fría antes de saludar al mañana. Las lámparas están apagadas, tan sólo sombras parpadeantes que escupen imágenes enlatadas.

Un reloj de pared anuncia la madrugada,e l silencio de los grillos invade la tranquilidad aparente de la medianoche. En algún lugar suenan sirenas, se activan las alarmas, ladra algún perro, llora algún recién nacido.


Pies descalzos, secadores de pelo,aparatos de aire acondicionado, duchas de agua templada que bajan varios grados la temperatura corporal, lociones de crema hidratante,mosquitos preparados para un lujurioso y sangriento botín. El sueño se resiste a entrar en el jardín de los noctámbulos.


La vecina del 2ºC está tendiendo la ropa ya casi seca. Tras observar como gira el tambor de la lavadora, desdibujando los colores con la espuma del detergente, la melancolía le da permiso a echar un último vistazo a la retrospectiva del día.


Todavía los gatos negros siguen observando, ya es hora de irse a dormir,de navegar por las aguas de los sueños y despertarse en el nuevo día.
Y de nuevo la escena se repite.

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