De pequeño no entendía a mi padre cuando decía-"Está en el mundo porque tiene que haber de todo".Pues bien, Lito Gimenez , protagonista de una historia que un escritor argentino llamado Martín Kohan nos relata en un libro titulado, cuentas pendientes, se acerca a lo que esta frase puede representar.
Conocí la literatura de Martín Kohan a través de la biblioteca municipal. Las iniciativas de la biblioteca para acercar la montaña de la lectura a los alpinistas del mundo les llevó este verano a publicar una revista con una serie de libros congelador, especiales para refrescar el mas caluroso de los veranos. Entre sus recomendaciones está Cuentas Pendientes. Por desgracia, durante un tiempo, la biblioteca municipal estuvo enfadada conmigo, decidió castigarme con lo que mas daño me podía hacer, dejarme sin libros todo el verano, la causa, un libro que desapareció en el aeropuerto de Zurich y que tal vez aún esté sobrevolando alguna ciudad del mundo.
Lito Gimenez encarna el infortunio, la torpeza , representa un mundo teñido por el color del fracaso, por la espinosa rutina que amenaza con envolverlo todo con sus garras. El autor ha desplegado toda su imaginación y la ha puesto al servicio del ensañamiento, dibujando una historia con pinceladas grotescas, marcadas con un claro carácter despiadado, irónico , realmente no tiene piedad y su actitud contagia al lector , lo aleja de las proporciones del realismo, creando genera animadversión por este personaje.
Gimenez es casi un anciano, militar jubilado, su historia también es la historia de la dictadura en Argentina, vive en una casa con un patio al que los vecinos tiran todo tipo de desperdicios, su ex-mujer y su suegra enferma, viven unos pisos mas arriba. Debe varios meses de alquiler, el dinero que consigue se la gasta con viejas y no tan viejas prostitutas que son la válvula para intentar escapar de su mediocridad.
El libro tiene pasajes cómicos, casi de carcajada, algunos de corte escatológico, es la manera de desdibujar al personaje, de condenarlo, de hundirlo.
Paso páginas y páginas y no entiendo, no capto el mensaje, no capto el sentimiento incompasivo, no encuentro ese giro que ha de dar el libro en algún momento.Pero entonces ese giro llega, y de repente lo entiendo, las cosas empieza a cobrar sentido, me doy cuenta que todo es relativo. Como la felicidad, la desgracia no existe, si no hay confrontación, al igual que la felicidad no existe sino hay desgracia para hacerla a su medida. Ahora entiendo también las palabras de mi padre y la subjetividad de sus frases.
Los libros siempre encierran moralejas,lecciones a aprender, y este de Kohan , autor que desde hoy tendré en cuenta, nos ha dado una clase ética muy interesante, a la vez que imaginativa y desesperada.
Fresco muy fresco, actual pero no pasará de moda.
¡Que bien que te levantaron el castigo y puedes seguir recomendándonos libros!!!
ResponderEliminar