En ese listado de libros de literatura escandinava que la biblioteca municipal puso en su día a disposición de los lectores inquietos por lo exótico, y que tan bien funcionó, se encontraba el nombre de Arto Paasilinna: Un autor especialista en contar historias desconcertantes con un punto cómico.
Dicen que una de las novelas de este finlandés titulada "Delicioso suicidio en grupo" (volviendo al suicidio en este blog) fue un boom en su país y que, incluso a raíz de la misma, bajó increíblemente el índice de suicidios el año de su publicación.
La dulce envenenadora es la historia de la viuda jubilada de un militar que ve interrumpida su paz por una banda de jóvenes malhechores encabezada por su sobrino. Mensualmente le visitan coincidiendo con el día de cobro de la pensión y, para celebrar evento de tal magnitud, suelen organizar en casa de la anciana un festín destructivo propio de los tipos mas despiadados. La situación se agrava el día en el que éstos se pasan de la raya y obligan bajo coacción a la anciana a firmar un testamento en favor de su sobrino.
La historia comienza tras la fuga de la anciana de su propia casa y las ansias de venganza de estos tipos gamberros, perversos, degenerados, destructivos, políticamente incorrectos, vulgares y sin escrúpulos cuya tarjeta de presentación es el robo, la violencia en todas sus dimensiones, incluyendo la torturas a los animales, las drogas y el alcohol.
La crudeza del libro se ve dulcificada por un marcado tono de humor rocambolesco que suaviza bastante la trama. La historia está envuelta de situaciones absurdas, esperpénticas, provocando un giro irremediable que convierten a los verdugos en víctimas de una anciana teóricamente indefensa. Si llevásemos el libro al cine sería una mezcla de La naranja mecánica o The game con algo por ejemplo de Kustirika, tipo Gato Negro, Gato Blanco.
Ligeras sensaciones de angustia, enredos, equívocos y farsa, malas pasadas de la casualidad, planes maléficos que nunca dan resultado por lo grotesco de las circunstancias en las que se ven envueltos. El destino favorece a la anciana que busca el suicidio para huir de las garras de sus esbirros, camina armada y siempre preparada con un jeringilla letal .
Una caricatura de la sociedad finlandesa dibujada por una imaginación desbordante, aunque a veces un poco Naif. El libro toca temas tales como los males de la sociedad: el alcohol y las drogas o el sida, la desidia de la instituciones policiales, los choques generacionales o la vejez.
Un relato bastante ligero y sencillo pero contundente, bien planificado, que se lee con total fluidez. Brutal en algunas fases, de carcajada en otras, el humor negro y gélido de las tierras del norte entretiene. Un autor a tener en cuenta, un libro apto para pasar un buen rato.
"En el viaje de regreso, por pura diversión y en nombre de la ecología, la emprendieron con un destripaperrones madrugador que estaba fumigando sus sembrados con un pesticida venenos. Sacaron a rastras al viejo del tractor y le zurraron hasta que quedó inconsciente en el suelo. Pero ahí no acabó la expedición. Al llegar al pueblo vecino no se les ocurrió otra cosa que colarse en una granja porcina, donde se extasiaron contemplando a los encantadores cerditos, se echaron al hombro un gurriato de dos o tres meses, al que metieron en el portaequipajes del coche.
Con el aterrorizado lechoncillo gritando en la oscuridad del maletero, el coche enfiló a todo gas la carretera. Jari Fargerström se puso en plan as del volante improvisando un rally por los serpenteantes caminos de grava y, como era de esperar, el embriagado conductor acabó perdiendo el control del coche. El vehículo se sumergió en el bosque, llevánsose por delante una docena de abedules jóvenes, para acabar volcado y ruedas arriba. Por un momento sólo se oyó el tintineo de los cristales rotos y los chillidos del gurriato".