sábado, 30 de abril de 2011

Amor en la oficina.


Podría ser una fábrica, por el martilleante sonido de los teléfonos, o por la voz de los clientes, de tono idéntico, como si en realidad sólo existiese un único cliente con un timbre vocal similar a un taladro penetrante. Las personas pasaron a ser recursos, cifras con números y pocas palabras. El color gris, los pantalones peinados a raya, las corbatas demasiado clásicas.

Una oficina, aquí es donde trabaja, y, si no fuera por ella, piensa, emprendería un viaje,conduciría sin pensarlo, dejándose ir, avanzando sin darse cuenta, permitiendo que el movimiento mecánico del limpiaparabrisas arrastrase los recuerdos.


Regresa de la oficina, ella ha faltado al trabajo, él está agotado. Una nota escrita en el bolsillo interior de los sentimientos atrapa su pensamiento.


Soy el compañero que te quiere en silencio y nadie lo sabe



Aprovecharé cuando te levantes para empañar el cristal que atraviesan tus ojos cansados y así escribir mensajes cifrados con el lápiz de mis dedos...


Desde hace tiempo te escribo notas que luego destruyo porque pienso que no son suficientemente buenas para ti. Te busco desde el borde de mis ojos, justo en la frontera de la mirada. El reflejo de mis mejillas cuando pasas me delata, soy ése que nunca has visto y le tenías siempre delante, tan sólo a un metro de distancia.


A mi manera, hago mía tu belleza en todo lo que hago, te dedico todos mis pequeños triunfos cotidianos, busco en el refugio de tu imagen la fuerza para mis retos. Redacto tu nombre en las cartas de la empresa que luego me remito. A veces, escribo en una tabla de excel todo lo que me seduce de una persona, pulso autosuma, y surgen tus iniciales en mayúscula..



Apareces en mis desayunos y busco significados ocultos a tus "buenos días" cuando pasas....Conozco toda tu ropa, tus estados de ánimo, tus imperfecciones, aquellas que te convierten en un ser perfecto para mi. Te tengo estudiada, me descentro constantemente estudiándote. A veces traes el pelo mojado, a veces, enmarañado, los lunes llegas demasiado pronto, los miércoles demasiado tarde y hago que voluntariamente mi comienzo del día coincida con el tuyo. Imaginando, te busco en mis planes, te invito a cenar constantemente, te llevo a conciertos, nos vamos de viaje, sé lo que te gusta mas que a ti misma porque sé cosas de ti que ni siquiera tú sabes. He buscado muchas veces las palabras, pero me siento atrapado en mi giratorio torbellino interior. Algunos días te escucho hablar por teléfono, descontextualizo tus frases, imagino que hablas conmigo, siempre soy el que recoge el lápiz que se te cae al suelo, el que tiene un clínex cuando estornudas, el que te trae un vaso de agua cuando tienes sed.



Un día te vi llorar, y no tuve valor para acompañarte al baño. Encharcado por dentro, conmovido por la ternura de tus lágrimas, me resultaste mas atractiva que nunca. Salías del despacho del jefe y de repente llegó el invierno. Todo ocurrió demasiado deprisa, porque las cosas siempre suceden demasiado deprisa. Al instante, tus lápices, tu grapadora, tu libreta de colores, tus notas recordatorias que hacían de tu sitio un lugar único y distinto se convirtieron exclusivamente en material de oficina. Ésa mañana sentí vértigo tras los cristales de la sexta planta, un día después, el perchero tiritó de frío, la tarde siguiente tu imagen se hizo borrosa, tiempo después, una noche lluviosa, tu significado se fugó para siempre.


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