sábado, 2 de abril de 2011

Viaje hacia el verano.


Pasos tímidos, camino inseguro, huellas concéntricas que secan los charcos. Llegó el momento, una sensación fresca le recorre desde la planta hasta los dedos de las manos, se acerca el ronquido de la espuma blanca que llega sin fuerza, los pies se hunden. Sigue caminando, los tobillos se cubren de sal, apenas controla sus pisadas cada vez mas torpes, los mecanismos del equilibrio se agudizan, las piernas se tensan, una sensación nueva pero reconocible recorre las rodillas. La caricia fresca pasa a ser un golpe ligero de agua que amenaza con cubrirle por completo, con envolverle desde la espalda, el movimiento, cada vez es mas contundente y constante y los pasos cada vez mas cortos. Todo el peso sobre los dedos, el cuerpo totalmente arqueado hacia atrás, falló el cálculo en el salto justo cuando se produce el contacto que salpica algo mas de lo previsto. Sigue avanzando, ahora con pequeñas gotas saladas descendiendo desde el pecho hacia el estómago. Es cuestión de segundo, está más fuera que dentro. Un leve escalofrío recorre los brazos, ahora o nunca es la pregunta, le asalta la duda mientras una procesión de digresiones le recorre, le mantiene despejado unos instantes. Piensa en la reconquista de la naturaleza ahora que el hombre está entretenido en tirar lo que rompe en vez de repararlo, piensa en la belleza de lo infinito, piensa en la línea divisoria que limita la mirada.


Enseguida vuelve a sí mismo, de nuevo la inseguridad, otra vez la indecisión ahora que un movimiento de hielo ondulante acaricia la barrera del ombligo. Ya no hay marcha atrás, los pasos estáticos, la antesala de la espuma comienza a armarse. Esta vez el salto es coordinado, las piernas no le han fallado, además, se da cuenta que han finalizado su proceso de adaptación, eso le anima, pero aún no está totalmente seguro.Introduce la palma de las manos, ahora tiene el control de si mismo, cuerpo y mente unidas....3....2.....1...Al fin se produce el momento, el estribillo del zambullido, ya está en plena inmersión. Sumergido, mueve los brazos como si de un abrazo eterno se tratase, punzadas de hielo le recorren y acelera el movimiento, los ojos bien abiertos, el frío alojado en su cuerpo pronto desaparece y en breves segundo una sensación placentera viaja hasta su alma, su pelo inerte pierde la forma. Ahora que lo ha hecho, ahora que lo ha conseguido, se da cuenta que siempre es más fácil de lo que cree. El optimismo se adueña de la situación, quiere disfrutar al máximo cada instante de ese momento, se concentra para mantener el pensamiento a raya, pero no es capaz de separarse, de despejar los recuerdos que cambian de dirección. Todo es más fácil, los problemas están muy lejos, infinitamente lejos, detrás de aquella línea divisoria, allí donde la ojos fallan y el significado se desvirtúa.

Mueve los brazos y agita los pies, se para, sigue, se vuelve a parar,se gira, hace la plancha lejos del nacimiento de la espuma, su rostro vuelto hacia el cielo y el sol secando los últimos velos del agua que le recorre hasta la boca bañada de sal...Piensa en la recompensa. Cree que tal vez éste sea el protocolo para reencontrarse con el calor de sol.

Después de unos minutos, se despide lentamente, tiene la piel viscosa, camina como si fuese un títere mareado.Llega a su destino.

Durante unos minutos la caricia del sol le adormece.

2 comentarios:

  1. ¡¡Qué envidia!!
    Gracias por traerme olor a verano en Abril.

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  2. Desgraciadamente, de momento, es sólo un aperitivo.

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