Green Talbot es hijo pródigo de la ciudad tranquila, vivió con curiosidad un viaje de muchas etapas en las que nacer y renacer le alejaron de las certezas de la vida. Por el camino aprendió el lenguaje de la naturaleza, de los animales, de las personas. Hizo suyos los sonidos del día y de la noche, la brisa del viento y del oleaje, tras su singladura en barco, subido a la avioneta del tiempo miró desde arriba el mundo con las gafas de la inquietud. Estuvo en la revolución industrial, en la crisis del 29, en la segunda guerra mundial entre otros acontecimientos.
Una historia preciosa la de Green Talbot. Cuento, fábula, fantasía y realidad, alegoría de la existencia, guiño a Michel Ende, a Conrad, a la magía de Gabriel García Márquez, muy cercano a Buzatti, cautivadora, algo surrealista, metafórica, una partitura musical. Mattía Signorini, pone al servicio de la literatura una característica que pocos sabían que tenía, la curiosidad. (Esta frase se repite).
"Después de mi no han nacido mas niños. Tranquillity estaba lleno de viejos y cuando alguien moría no había nadie que llegara. La ciudad se apagaba como una antorcha consumida. Durante demasiados años esta gente había retenido el tiempo. Y cuando el mundo estuvo a punto de entrar nos invadió también todo el tiempo robado. Años, en un solo instante. Murieron los viejos e incluso los adultos. Los escasos jóvenes se volvieron viejos. Tan viejos que murieron igualmente a los pocos meses. Sólo quedaba yo, que seguía esperándote. Era demasiado joven para morir, y ahora demasiado vieja para vivir. Has llegado, y ya no tiene la menor importancia".- Dijo la pequeña Kathy a Green Talbot.
Un relato amable, a veces algo Naif, a veces tierno, para gente sensible que defiende el derecho a ser diferente.
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