martes, 6 de septiembre de 2011

La ciudad Feliz-Elvira Navarro


Es una de las promesas de la literatura joven. Reconocida como una de las mejores narradoras menores de 35 por la revista Granta, sus libros hablan de las afueras, de los entornos periféricos de la ciudad y sus escenarios precarios, de la infancia, de la adolescencia como edad limítrofe, de las identidades quebradas.


Cuando leí en la entrevista de El País Semanal hace varias semanas que le gustaba Roald Dahl y Belén Gopegui, y que además su banda sonora de esta temporada era Termonuclear de Coque Malla, no tuve mas remedio que levantarme del sofá y salir a la biblioteca en busca de La Ciudad Feliz.


La ciudad feliz narra dos historias entrecruzadas contadas desde la inflexión de la niñez a la adolescencia, en ese momento en el que la identidad se va forjando. Por un lado el hijo de una familia de emigrantes chinos que viven siempre al límite de las condiciones humanas con el fin de prosperar en el negocio, mientras él busca su identidad perdida.

"Desde que llegaron al aeropuerto de Hong Kong había escuchado lenguas extrañas hasta que la suya, en Barajas, desapareció por completo. No era sin embargo la lengua extranjera lo que mas le había llamado la atención, sino los ojos redondos, grandes, desorbitados o al revés, el tamaño desmesurado de los cuerpos, la calvicie prematura y la tez meridional. Había dormido la mayor parte del viaje y ahora estaba despejado y sentía una congoja que le mantenía alerta."

Por otro lado, el mundo interior de una niña atraída por un vagabundo y que atraviesa las fronteras de la confianza familiar en busca de respuestas sobre sí misma.

"El vagabundo me coloniza con sus palabras; a partir de lo que él me dice creo poder señalar lo que antes eran pequeñas molestias, pequeñas cosas de mi mundo que me fastidiaban pero a las que no prestaba demasiada atención como el tedio de las sobremesas de los sábados y los domingos en mi casa. Antes yo tomaba ese tedio que se desprendía del salón como algo casi natural, como una cualidad inmanente al hecho de que fuera sábado o domingo y de repente el vagabundo me dice que todas las familias se dedican a esa muerte cotidiana de sentarse durante horas frente al televisor a ver lo que les echen."

El nexo de conexión son las calles de la ciudad feliz, territorios indefinidos con puertas abiertas a lo desconocido, espacios de libertad, lugares cambiantes, descodificados, sin definición, con una identidad diluida y susceptible de ser moldeada por los personajes.

"Es extraño que al penetrar en el barrio viejo, dando una largo rodeo por las calles limítrofes no encuentre más transeúntes de los que salen de las escasas tiendas de ultramarinos, o los que se reparten en las barras de los bares, pequeños, sucios y mal iluminados. A pesar de que no estoy realmente lejos de mi casa, el hecho de caminar por la zona prohibida me hace sentirme como si estuviera a miles de kilómetros."

El desarraigo en la adolescencia, una crítica a las telarañas de la familia tradicional, un reflejo de las expectativas del destino que se aleja del azar y una ambientación asfixiante propia de una capacidad narrativa admirable, son las claves que hacen que este libro sea catalogado de pura vanguardia de nuestra generación. Realmente hay que tener en cuenta y seguir los pasos de Elvira Navarro, todo un presente que tiene mucho futuro.

Me ha encantado el libro.

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