sábado, 15 de octubre de 2011

ALEKSANDAR HEMON-Amor y Obstáculos.


Después de leer "Amor y Obstáculos", encuentro muchas respuestas a la pregunta de porqué me gusta tanto la literatura de Hemon. El conjunto de sus relatos son una especie de mensaje cifrado que me atrae poderosamente. Por un lado me desconcierta: ademas de burlar toda expectativa de lo convencional, sus historias, me resultan extrañamente poéticas. Tiene una imaginación desbordante para arrancar de la espinosa realidad cotidiana, historias extraordinariamente líricas con las que es muy fácil conectar.

Todos los personajes de amor y obstáculos tienen algo en común: Ser inadaptados ,cuyas imágenes mundanas, seriamente socavadas, encuentran en la literatura o en la pasión de las vidas imaginarias, su salvación.

"Sería la primera vez que viajaría sólo, mi primera oportunidad de vivir experiencias de las que surgirían muchos poemas. Pues yo era un poeta en ciernes; había llenado cuadernos enteros con los versos de los anhelos y el tremendo aburrimiento(siempre la otra cara del anhelo) de un adolescente. Me equipé para la expedición: un cuaderno sin estrenar; lápices extra; un libro de Rimbaud, mi biblia (mientras yo descendía por ríos impasibles/ sentí que ya no me guiaban los remolcadores...); paquetes de Marlboro( en lugar de los habituales y asquerosos Drinas); y una píldora anticonceptiva que había conseguido a cambio de Physical Graffiti, un elepé doble de los Led Zeppelin que ya no me gustaban, pues me había pasado a los Sex Pistols."

La literatura de Hemon está envuelta de una aureola de autoficción inquietante, puesto que sus relatos son un pretexto para hablarnos de su vida como inmigrante atrapado en Chicago; como refugiado tras estallar la guerra de los balcanes, que imposibilita su regreso a Sarajevo. Su etapa por el país de los sueños no es del todo fácil, trabaja de cualquier cosa: vendiendo revista, de aparcacoches, de cocinero en un restaurante de comida rápida. Desdibujar el sufrimiento como una condición de la existencia es uno de los elementos que en su literatura se barajan.

"Le invité a beber en un bar lleno de banderines de los Badgers y de chavales uniformados con el jersey de la facultad, donde unos televisores a todo volumen mostraban a unos idiotas con casco que embestían de cabeza. En cierto momento se quedó callado, yo era el único que hablaba y toda la tristeza reprimida de vivir en Estados Unidos brotó de mi. ¡Oh, cuantas veces le había deseado la muerte a todo un equipo universitario de fútbol americano! Era imposible verte con un amigo sin concertar una puta cita con semanas de antelación, y no había cafés con terraza en los que pudieras sentarte y ver pasar gente. Estaba harto de que me preguntasen de dónde era, odiaba a Bush y a sus fanáticos seguidores de Jesús. Con cada partícula de mi cuerpo odiaba las palabras "Hidratos de Carbono" y el exterminio sistemático de la alegría en la vida estadounidense."


Hemon utiliza todos los medios para manipular el lenguaje y conquistar al lector. Sus textos, extrañamente poéticos, son una explosión contenida de humor negro algo canallesco, escatológico a veces, irónico, políticamente incorrecto, rabioso y violento, melancólico y exquisito. Todo un despliegue de libertad lírica que resulta por inusual, atractivo.

Sus relatos a veces recuerdan a películas francesas de realismo un tanto mágico, tipo Leolo o Delicatessen, con personajes grotescos dibujados de forma esperpéntica- El embajador era recio, remilgado, con una boca pequeña que parecía un culo apretado-. Con ellos se ve desplegada toda su capacidad narrativa: desde un premio pullitzer vestido con camisa estampada y calcetines blancos para una gala de la embajada Americana en Sarajevo al que le dice-Me encantan sus calcetines blancos Macalister, cuando se los saque no los tire. Regálemelos. Los guardaré como reliquia, los oleré cada vez que escriba para que me den suerte-a un compañero de piso en Chicago, de origen Ucraniano, el cual tiene una colección en su armario de sopas clasificadas por orden alfabético.

Sus personajes, se ven envueltos en situaciones cotidianas convertidas en ficción, algunas simpáticas y amables, otras dramáticas y desgarradoras dentro de un mundo cambiante y extraño. Desde travesuras un tanto sádicas de la infancia, en la que declaran la guerra a unos obreros que empiezan a construir en su centro de reunión, hasta sus anécdotas con los habitantes de un barrio obrero residencial de Chicago, al que se desplaza como vendedor de revistas a puerta fría, pasando por la guerra de los Balcanes o su primer viaje en tren solo a una ciudad desconocida de Eslovenia.

Hemon escribe en un idioma que nos es el suyo, eso es algo que le confiere más mérito todavía. Es fácil adivinar que he disfrutado mucho con su último libro que recomiendo, por supuesto.

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