Te asomaste a la ventana de tu cuarto. Atardecía. Tras el cristal, la ciudad girando en dirección contraria a los sueños. Existe mucho mundo por conocer detrás del arco iris-dijiste-, pero tus ojos no alcanzaron a ver más allá del final de la curva.
Luchaste por atravesar un puñado de charcos, un laberinto de cristales rotos. Participaste en esta casa de apuestas trasnochadas, trataste de comprender las olas batiendo en el mar, como las lágrimas de los recién nacidos. Los días clarean y oscurecen ¿Acaso esperas que alguien venga a salvarte?
Fueron noches de vino y rosas, pero ahora, el río se desvanece. Se ahoga en el horizonte del mar, te saca demasiada ventaja, tanta ventaja que, sin remedio, aunque el fracaso acecha, tendrás que reconciliarte con la luna.
* Un pequeño homenaje a esta pequeña joya que Andy Willians solía cantar.
Luchaste por atravesar un puñado de charcos, un laberinto de cristales rotos. Participaste en esta casa de apuestas trasnochadas, trataste de comprender las olas batiendo en el mar, como las lágrimas de los recién nacidos. Los días clarean y oscurecen ¿Acaso esperas que alguien venga a salvarte?
Fueron noches de vino y rosas, pero ahora, el río se desvanece. Se ahoga en el horizonte del mar, te saca demasiada ventaja, tanta ventaja que, sin remedio, aunque el fracaso acecha, tendrás que reconciliarte con la luna.
* Un pequeño homenaje a esta pequeña joya que Andy Willians solía cantar.