El ascensor de un edificio de oficinas sube. Eme entra, interrumpiendo el cierre mecánico de las puertas. Ene proyecta una imagen tierna en el espejo.
Primera planta.
Ene: ha sido sorprendido por la lluvia, y empieza a sentir la humedad en sus calcetines de rayas. En los hombros de su americana se vislumbra el otoño derramado.
Eme: es la ostentación de la fragilidad. Camina sobre pétalos de ceniza, dejando un rastro de caricias contenidas. Tiene una mirada dulce por debajo de su flequillo. Su vestido ha sido resucitado de otra vida.
Segunda planta.
Ene: despide las noches con una botella y ayer un cine lo encontró adormilado. Sueña con conducir por la autopista y buscar en la velocidad todas las respuestas.
Eme: tiene la paciencia suficiente para encontrar en lo noche su destino y, vegetando sin rumbo, se enfrente a la ausencia.
Tercera planta
Ene: sabe de esguinces, paredones, anémonas y peces japoneses.
Eme: interpreta las constelaciones de la piel, colorea fotografías, hace tartas de chocolate y tiene un gato llamado Polar.
Cuarta planta
Ene: esconde unos mapas en el salpicadero de su coche, y escucha a Sufjan Stevens y Radiohead.
Eme: tocaba el Chelo, pero lo dejó sin remedio. Le gustan, a partes iguales, las películas que acaban con un beso y los poemas de Edgar Alan Poe.
Quinta planta
Ene: saca la cabeza de su mundo. Se encuentra con la cuesta de los días, las tablas de excel, y la decadencia financiera.
Eme: teme la voz infectada de los clientes y el sonido devastador de los teléfonos.
Sexta planta
Eme: estornuda contra el espejo, captando la atención de Eme.
Ene: le ofrece un paquete de clinex de su bolsillo.
Séptima planta
Ene: tiene la mirada serena y el alma transparente. Eme tiene el corazón rojo y la piel blanca como la nieve.
A Ene le gusta los ojos tristes de Eme. A Eme su piel de naufrago entre depredadores.
Octava planta
Sus voces, continúan en silencio. Sus almas, ajenas a su expresión corporal, se rozan, acompasando una espiral de sentimientos que genera una energía extraña.
Novena planta
Ene: siente la necesidad de ingeniar un plan. Necesita con urgencia desnudar el cuerpo de Eme en el ascensor, acariciar los contornos de su vida, dejar que sus bocas encajen.
Eme: cree en los caprichos del destino y adora las casualidades. Se imagina acariciando la barba despoblada de Ene con sus mejillas.
Las puertas se abren. Los corazones se cierran.
Gracias por el clinex-dice Eme-. Espero que volvamos a vernos-intenta decir Ene-.
perfecto aun que me quede con ganas de leer mas, igual me encanto!
ResponderEliminarNueve plantas no dieron para más!! Intentaré que se vuelvan a encontrar ;-))
ResponderEliminarSaludos!