domingo, 23 de septiembre de 2012

Crónicas de un ascensor en otoño



El ascensor de un edificio de oficinas sube. Eme entra, interrumpiendo el cierre mecánico de las puertas. Ene proyecta una imagen tierna en el espejo.

Primera planta.

Ene: ha sido sorprendido por la lluvia, y empieza a sentir la humedad en sus calcetines de rayas. En los hombros de su americana se vislumbra el otoño derramado.

Eme: es la ostentación de la fragilidad. Camina sobre  pétalos de ceniza, dejando un rastro de caricias contenidas. Tiene una mirada dulce por debajo de su flequillo. Su vestido ha sido resucitado de otra vida.

Segunda planta.

Ene: despide las noches con una botella y ayer un cine lo encontró adormilado. Sueña con conducir por la autopista y buscar en la velocidad todas las respuestas.

Eme: tiene la paciencia suficiente para encontrar en lo noche su destino y, vegetando sin rumbo, se enfrente a la ausencia. 

Tercera planta

Ene: sabe de esguinces, paredones, anémonas y peces japoneses.

Eme: interpreta las constelaciones de la piel, colorea fotografías, hace tartas de chocolate y tiene un gato llamado Polar.

Cuarta planta

Ene: esconde unos mapas en el salpicadero de su coche, y escucha a Sufjan Stevens y Radiohead.

Eme: tocaba el Chelo, pero lo dejó sin remedio. Le gustan, a partes iguales, las películas que acaban con un beso y los poemas de Edgar Alan Poe.

Quinta planta

Ene: saca la cabeza de su mundo.  Se encuentra con la cuesta de los días, las tablas de excel, y la decadencia financiera.

Eme: teme la voz infectada de los clientes y el sonido devastador de los teléfonos.

Sexta planta

Eme: estornuda contra el espejo, captando la atención de Eme.
Ene: le ofrece un paquete de clinex de su bolsillo.

Séptima planta

Ene: tiene la mirada serena y el alma transparente. Eme tiene el corazón rojo y la piel blanca como la nieve.

A Ene le gusta los ojos tristes de Eme. A Eme su piel de naufrago entre depredadores. 

Octava planta

 Sus voces, continúan en silencio. Sus almas, ajenas a su expresión corporal, se rozan, acompasando una espiral de sentimientos que genera una energía extraña. 

Novena planta

Ene: siente la necesidad de ingeniar un plan. Necesita con urgencia desnudar el cuerpo de Eme en el ascensor, acariciar los contornos de su vida, dejar que sus bocas encajen.

Eme: cree en los caprichos del destino y adora las casualidades. Se imagina acariciando la barba despoblada de Ene con sus mejillas. 

Las puertas se abren. Los corazones se cierran.

Gracias por el clinex-dice Eme-. Espero que volvamos a vernos-intenta decir Ene-. 
Chicago by Cristina Rosenvinge y Vetusta Morla on Grooveshark

2 comentarios:

  1. perfecto aun que me quede con ganas de leer mas, igual me encanto!

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  2. Nueve plantas no dieron para más!! Intentaré que se vuelvan a encontrar ;-))

    Saludos!

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