Sí, es cierto, este libro provoca alguna que otra lágrima. Ideal para comenzar el otoño con algo de mar en los ojos, o por lo menos, con una lluvia fina en la mirada.
Nuestro protagonista celebra la recuperación de su perra proponiendo a su novia que se case con él. Deciden vivir juntos y ella enferma.
Quedaba con ella, cantábamos, nos reíamos, nos enfadábamos. Diariamente salía puntual del trabajo y me dirigía al hospital. Cada vez le costaba más hablar.Tenía las cejas despobladas casi por completo, y los brazos tan delgados que daba la impresión de que se le fueran a romper. Su voluntad se le había debilitado tanto que parecía transparente y, a veces, sonreía con tan poco fuerza que daba lástima.
Un día abrió los ojos y dijo que quería tomar leche. Algo sorprendido, fui al quiosco y compré un cartón de leche. Ella se incorporó sin ayuda. Después de mucho tiempo mostraba una sonrisa. Sin duda había vuelto la vitalidad a sus ojos. Saqué una de las manzanas y le pregunté,¿quieres?. Sí, respondió ella. Se la pelé poco a poco. Ella olisqueó la manzana, me miró, y tocó mi cara. Lo hacía todo como si estuviera descubriendo el mundo. Nos besamos y sus labios tenían un ligero sabor a manzana. Entonces nos pusimos a hablar. Su memoria estaba confundida, y lo que había pasado hace un mes se superponía con lo de hacía una año. Poco a poco dijo que estaba cansada y cerró los ojos. Yo me quedé mirando y, al poco, ella respiraba profundamente dormida.
Dormía como un viejo delfín que salía a la superficie para respirar. Eso era lo que parecía. Fuera comenzó a nevar. Volví a mirar hacia la cama y vi que ella me estaba mirando y dije:
¡Nieve!
No respondió sino que se quedó mirándome fijamente. Sonreí, pero su expresión no cambió. Le cogí una mano. Una hilera de lágrimas comenzó a derramarse por sus ojos como una película con los fotogramas muy espaciados.
¡Nieve!
No respondió sino que se quedó mirándome fijamente. Sonreí, pero su expresión no cambió. Le cogí una mano. Una hilera de lágrimas comenzó a derramarse por sus ojos como una película con los fotogramas muy espaciados.
Todo irá bien-dije yo-. Todo irá bien.
*Siguiendo la pista de autores japoneses actuales, encontré a Nakamura. En la contraportada entroncan al autor con la tradición de los libros de Murakami y Banana Yoshimoto ( esta última es de mis imprescindibles), y también con la sensibilidad de Amelie Nothomb (que tiene sus admiradores y detractores).
Por un momento, en los principios, llegué a pensar que me encontraría con un texto pusilánime, un poco ñoño, pero en absoluto. El texto funciona bien, es fresco, prácticamente sin adornos, carente de toda pretensión, y ejemplo de esa cotidianidad sensible que caracteriza a la literatura japonesa actual, de sensorialidad empapada, que alcanza lo poético sin rebuscar demasiado.
me apeteció leerlo
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