sábado, 1 de diciembre de 2012

Retrovisores

Foto: Elliott Erwitt
 
Nos conocimos en algún lugar de la frontera entre sueños y recuerdos. Fuiste mi casualidad: esa señal luminosa nacida para ser estrella fugaz. Yo estaba dispuesto a acariciar tu espejo retrovisor y vestirme con tus ojos mientras te miraba en silencio.

Sonando aquella canción- que solía escuchar mientas quemaba vida en noches de mala poesía y azoteas- pisaste el acelerador. Encendimos el piloto automático de las palabras y, el tiempo envasado se reventaban para nosotros. Me dijiste que la gripe sólo se cura con abrazos, que existen capas del alma que nadie ha conseguido acariciarte.

Mis labios de velcro y la fibra enmarañada de tu boca quedaron abrochados. Nos desnudamos del mundo y, nuestra ropa tirada por los suelos parecía un paisaje de otoño en aquella buhardilla con los ventanales rotos. Nuestros cuerpos juntos, como piezas ensambladas de un mecanismo extraño, obedeciendo únicamente a la sensorialidad salvaje del instinto, hasta que la calma aparecía, y nos encontraba enroscados con la respiración perdida entre algas y arena.

Luego mi horizonte doblado contra el tuyo: papiroflexia del alma, mapas de papel, aeroplanos de tinta y velocidad parsec con destino a tu pensamiento lateral. Bases aéreas, desencuentros, cartas de navegación hacia el naufragio, poemas canallas escritos en los espejos de la noche, canciones que nos hielan de frío, como cápsulas en formato MP3 con las que quitarse un poco la vida (de encima).  

Ha pasado el tiempo y en mitad de la madrugada, el zumbido del generador de energía se cuela dentro de mí como si fuese la manifestación consciente del silencio, entonces viajo por todas las capas de la pena hasta llegar despierto al vacío. Me levanto para luchar, con prisas. La vida huye en esta ciudad llena de gatos lamiéndose las heridas. La vorágine arrasa como una huracán que arranca las puertas de un vagón cualquiera. Y camino arrastrado por toneladas de carne en movimiento aplastando los andenes, y me dejo llevar, mientras busco en los paisajes de la nostalgia, desesperedamente,  fragmentos de algo que ni siquiera soy capaz de descifrar.

6 comentarios:

  1. Llegar despierto al vacío...
    Un texto con desgarro e intensidad. Me gusta.
    Las letras se empapan en unas imágenes muy bellas...

    Un saludo (y gracias, una vez más, por leerme y hacerme sonreír con tu comentario).

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    1. Pequeña K: gracias a ti (por tu viaje a la evocación).

      Quizá algún día pueda asistir a uno de tus recitales.

      Salud(os).

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  2. siempre, siempre me dejas queriendo leer mas... me encanta como escribes!

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    1. Kenya: gracias por cruzar el océano para venir a verme!

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  3. Patapalo como te pasas, no? Muy directo, sin dejar la poesía de lado. Sensibilidad a quemarropa. ¿Quizá me recuerde un poco a Sabina?
    No sé cómo no he entrado antes a leerte... lo que me estaba perdiendo.

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  4. Sensibilidad a quemarropa...(me gusta)

    Por cierto, ya me gustaría recordar a Sabina, al menos tendría que vivir por Tirso...

    ¡Feliz viaje a otra vida! nos vemos(d.m) en el 2013


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