miércoles, 14 de abril de 2010

AÑO 100.LUGAR :GRAN VÍA.



Calle Gran Vía.Es primavera.La luna y el sol danzan creando una luz misteriosa e imprecisa.Algunos esperan.Entre los que esperan estoy yo.Mi cámara visual y mental analiza lo que ve.Dicha tarea agiliza el tiempo,de agilidad frecuente,que ya de por sí suele escaparse,a zancadas rápidas de mi consciente.

En ese preciso instante.Hora de la cena.Una boca escupe más que engulle, destinos subterráneos.Los que salen caminan robotizados, con seguridad, y no se desvían de su rumbo, algunos de éstos,van en dirección a una fabrica de colesterol que antes fue joyería.Allí se comercializan paquetes pequeños de globalizadas calorías .En la misma puerta,ordenadores portátiles disparan imágenes persuasivas de animales maltratados.



Escucho compases de cláxons y sirenas que suenan en un pentagrama quemado,melodías cuyo ritmo viene marcado con sonidos de lata que emanan de una tienda ,allí dónde en algún tiempo vendían discos.

Dos viejos rockeros,ponen percusión a este concierto,con unos palillos, adquiridos en un restaurante perpendicular a la calle Montera.Echan de menos aquel hogar,entre vinilos,en la primera planta de la tienda,hoy dedicada a lencería y complementos.

Un limpiabotas con la cara manchada de restos de betún para lustrar zapatos,observa hierático como los turistan lanzan la caña de sus flashes,para pescar fachadas de estilo art noveau,en busca de una foto artística, que será instalada en la memoría del disco duro de sus recuerdos.


Prostitutas de la Europa del este hacen guardia,son trabajadoras por cuenta ajena de una ONG del amor.Su solidaridad ahuyenta soledades que no entienden de edad,raza o religión.Buscan clientes potenciales y van lanzando besos al aire: En dirección a un ex vendedor de alfombras,ahora dedicado al negocio del cannabis;A un congoleño que vende periódicos que todo el mundo conoce, pero que nadie ha leído;A un empresario que exporta jamones a Estados Unidos;A un jubilado,que acaba de comprar el abono transporte al mas allá.



Ya se ha ido el sol,los reflejos de la noche son distorsionados por las luces de neón de los teatros,golpeando en el húmedo suelo.Los de provincias alojados en algún hotel cercano hacen cola para la función de las nueve.Dentro de un rato,allí dónde termana la cola, habrá un puesto clandestino de tallarines destinado a que jóvenes vestido de negro den buena cuenta......


Creo que se hace tarde.


los que esperaban dan relevo a otros que esperan,me encantan los recibimientos y las bienvenidas,me siento como el eslabón que les une a todos,la conexión entre ellos...


después de 100 años supongo que no me cansaré de esperar.


EN CONMEMORACIÓN DE LOS 100 AÑOS DE LA GRAN VÍA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario