Mientras el frío le calaba los huesos, el recluso, recordó sus intentos frustrados por atravesar los barrotes de la libertad. A base de zancadas desmañadas intentaba aproximarse a la carretera. Su imagen era la de un tipo peligroso,aunque todo era un escudo para protegerse contra la bayoneta del mundo. Inconsciente, cometió delitos por exceso de potencia. No hay defensa legítima-pensaba- contra los embistes de la vida.Cuando llegó al desvío sin señalizar, previo a la autopista,desenfundó el pulgar del autostop.
Allí se conocieron,o tal vez en otra vida donde impulsados por la energía de la casualidad habían bordeados los aledaños de sus destinos.En su cuaderno de bitácora la describió con el pelo enmarañado y unas gafas oscuras. Por la brusquedad con la que conducía, su intuición le dijo que también escapaba de su pasado.
Como la conversación en el interior del vehículo no era demasiado fluida decidieron encender la radio, y buscar el refugio de alguna canción. Después de varias melodías, las compuertas, cerradas con la llave de la timidez, se abrieron. Encontraron la conexión en la música,con ella atropellaron el silencio. La aguja del cuentakilómetros de la emoción aumentó la velocidad, y no advirtieron que la radio se había desintonizado y había dejado de sonar, pero de repente, la música volvió y el silencio ya no era incómodo.
Un saxo anunció su llegada, luego las escobillas nerviosas golpearon los platillos creando una atmósfera misteriosa, la velocidad acompasada con el bajo parecía marcar el ritmo con el que danzaban los postes de la luz en la autopista. Un piano por fin introdujo definitivamente al saxo que empezó a sonar como si fuese una explosión que erizaba sus pieles.Una voz grave puso palabras al momento (A LOVE SUPREME,A LOVE SUPREME ).Entonces, con una mirada de soslayo compartido, sus ojos se descubrieron a través del espejo retrovisor. Por alguna extraña razón, una tormenta interior empapó el alma ingrávida del recluso. Fue entonces cuando se enamoraron.
Al poco tiempo se instalaron juntos. Las primeras veces que hicieron el amor, él se mostraba cruel y despiadado,como si estuviesen peleándose, como si únicamente a base de lucha libre arrancasen destellos de amor. Días después, el mapa de sus cuerpos dejó de ser extraño. Les gustaba perderse por sus calles, y con los ojos cerrados repasar con los dedos todas las cicatrices.
Un día ella descubrió su cuaderno encima de la mesa. Inquietada por la curiosidad empezó a leer, se enteró de las circunstancias de su pasado, pero ya nada importaba, estaba absolutamente embriagada.Todo funcionaba a la perfección. El amor, un motor de la reinserción, le alejó de la delincuencia y cada vez necesitaba de menos esfuerzo para atravesar la cuerda floja y mantenerse siempre en equilibro. Pero entonces el destino caprichoso actuó y todo cambió.
Mientras salía de la casa esposado, notaba como esos ojos, los mismos que el retrovisor reflejaba en aquella autopista, se clavaban en su espalda. El almacén de lluvia orvallaba melancolía. La voz en off desgarradora de Coltrane le empapó por dentro. Enjaulado en el asiento trasero giró su cabeza para verla por última vez..
Algunos días y muchas noches después continúa encarcelado en la prisión del autocontrol.
¡Gracias por el relato! y por la música (no la conocía y es un tema impresionante).
ResponderEliminar