Ahora que el verano desaparece de la piel en siete lavados, y la playa es un escenario desmontado. Ahora que los espejos sólo reflejan perspectiva y periferia. Ahora que la vida es el inventario de una vieja maleta que regresa convertida únicamente en peso: la unidad de medida del recuerdo. Ahora que me conozco un poco menos y nuestros destinos los escogen otros. Ahora que vuelvo a pasear por los callejones. Ahora que el sol acaricia a unos pocos, y abrasa a casi todos. Ahora que duermo con las ventanas abiertas como heridas, mientras la ciudad muere desenchufada, cuando disminuye el día. Ahora que las fotografías apenas detienen la metástasis del olvido, y Madrid es un cuadro de Hopper. Ahora que vuelvo a pertenecer a las cosas que no me pertenecen. Ahora...te escribo...y mientras viajo por el camino que va de mi boca al mundo, el cuello se me llena de lágrimas, y me arranco de la memoria los telediarios, las catástrofes financieras, las injusticias y las camas vacías.
Y te busco hasta descubrir una isla en la luna: un trozo de tus ojos, la mitad de tu mirada, tus barrotes fríos, los sentimientos encarcelados.
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