La red de nervios de la ciudad expulsa trenes hacia los confines de la provincia. Formas parte de una multitud de cuerpos cansados, absorbida por las puertas. Sin asiento, observas a una chica universitaria con los uñas pintadas de amor, memorizando palabras fluorescentes. Las ventanillas vibran amenazando con quebrar tu cadena de pensamientos. Las malas noticias de un periódico usado consiguen hacerte estornudar.
¡Detengan a ese tren, quiero bajar y volver a casa!.
Los sueños del tamaño de un MP3. El reflejo de las i-deas viajando en espejos digitales. Un mensaje, en lenguaje "what's up", escrito con la tinta negra de las yemas de tus dedos dice: detengan a ese tren, quiero bajar y volver a casa.
Hace tanto frío que la melancolía se ha congelado. El domingo está impreso en la prolongación de tus retinas. La vida viaja más rápido que tú, en este tren en mal estado. Pronto será demasiado tarde, no habrá cobertura en el túnel. Hazlo, aún puedes manipular la palanca, estás a tiempo de controlar tu destino.
¡Detengan a ese tren, quiero bajar y volver a casa!.
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