Hay un lugar para nosotros. En alguna parte. Lo sé. Hay un lugar para nosotros. Puede que exista para nosotros alguna ciudad incendiada de sueños, entre el olvido y el perdón, donde podamos quedarnos. Y refugiarnos del frío que hace ahí fuera, mientras nos bebemos las huellas, borrachos de lo que nunca hicimos. Y escaparemos de las calles de este mundo demasiado ocupado en vivir, y volaremos sin aviones. Y las puertas se abrirán sin que nuestras manos sangren. Y el viento, confirmará nuestras palabras en lugar de llevárselas.
Hay un lugar para nosotros. En la otra orilla. Al otro lado del puente. Atravesando un pasillo de luz parpadeante. Y cruzaremos el arco iris de neón, y pararemos el taxi que siempre se escapa, y te llevaré a desayunar a un sitio bonito. Y descalzos, tomaremos una taza con un poco de verdad, mientras vemos como la lluvia moja las calles de mentira.
Hay un lugar para nosotros lejos de este pensamiento estancado, lejos de esta secuencia en blanco y negro, del triste papel secundario que representamos, en un laberinto sin estrellas, en el proyecto piloto de lo que no hemos tenido. Y estaremos desnudos en la alfombra, amándonos un poco más en cada segundo de nuestros relojes rotos. Y crecerán flores en los andenes, en las vías, en mi alma, en las aceras.
Estamos a medio camino de un lugar para nosotros, a medio camino de convertirnos en algo distinto de lo que siempre fuimos. Y mientras tanto, mientras buscamos la salida, la única salida que nos queda, dibujo una puerta de emergencia en un papel parecido a la muerte, y escribo, como si fuese la última vez. Y te encuentro, esperando en ese mismo instante, en ese mismo lugar, para nosotros...
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