domingo, 29 de noviembre de 2009

Gran acontecimiento:MUSE EN MADRID(con permiso del futbol)


Para muchos el acontecimiento de este fin de semana es el partido de Fútbol entre Madrid-Barcelona.Ese disparate con carga social y política en el que se ha convertido este deporte, esa tomadura de pelo que fomentamos, en la que ciertos personajes se enriquecen exageradamente dando patadas a un balón,que no digo que no tengan mérito, pero la relación entre lo que reciben y lo que dan hay un desequilibro nada equitativo que les favorece en esceso,y luego se quejan de las novedades del sistema fiscal.Pero el fútbol hace casi feliz a la gente,independientemente de la nacionalidad, la raza,la religión,une a los pueblos....También los enfrenta.

Pero no quería hablar de futbol....

Quería hablar del acontecimiento de este fin de semana para muchos.El concierto de los británicos Muse una banda famosa famosa por sus enérgicas actuaciones en vivo y los excéntricos intereses del líder Bellamy en la conspiración global, vida extraterrestre, teología y el apocalipsis.

HE AQUÍ LA CRÓNICA QUE HE LEIDO DEL CONCIERTO.

Bocas abiertas, ojos iluminados, manos a la cabeza, pellizcos en los brazos para comprobar que, efectivamente, aquello estaba ocurriendo. ¡Qué arranque de concierto! Imagínese el lector tres edificios plantados en el escenario, de unos 25 metros cada uno. Haga cálculos: un pedazo de mole. Comienzan a iluminarse las ventanas, se ven siluetas humanas por las escaleras. La música suena. De repente, se vienen abajo los telones y los tres componentes de Muse aparecen encaramados, cada uno en mitad de un edificio, como si estuviesen en el cuarto piso. Se miran, parecen sonreír y atacan una imparable Uprising, la primera canción de su último disco, Resistance. ¿Va a ser así todo el concierto? A frotarse las manos. Excesivos, grandilocuentes, bombásticos. Lo de anoche fue un espectáculo tan grande que es imposible comprimirlo en esta crónica.

Miles de chavales (llenísimo el Palacio de Deportes: 15.000) se creyeron anoche importantes, distintos, estremecidos, enfocados por una potente luz durante dos horas. Sólo existían ellos. El lenguaje del pop tiene cláusulas que la razón no entiende y anoche se vivió una de ellas. Fue uno de esos días en los que Dios y el viento deciden soplar por el lado bueno, una noche explosiva, gozosa, de música escrita en grandes tipografías. Empezando por esos seguidores que pasaron la noche acampados a las puertas del recinto, soportando un frío inmisericorde, cortante y gélido. "¿Dormir? Con este frío ha sido imposible", revelaba Leticia, de 21 años, que había llegado con su amiga Reme, de 22 años, desde Valencia. Las dos pasaron la noche en el húmedo empedrado de la plaza de Dalí. Se hicieron amigas de Cristina (19 años) y Natalia (18), madrileñas, ataviadas con una tienda de campaña para amortiguar la temperatura glacial. Estas cuatro chicas fueron las primeras en alcanzar la valla más próxima al escenario. "Euforia, energía, ganas de vivir". Así definían lo que les produce escuchar al trío inglés.

Y Matt Bellamy (voz y guitarra), Christopher Wolstenholme (bajo) y Dominic Howard (batería) ya estaban en el escenario interpretando los primeros temas de la noche. Tremenda sonó Supermassive Black Hole, esa canción que parece interpretada por Prince el día que invitó a su mansión a Rage Against The Machine. Te sientes relevante en un concierto de Muse, como si estuvieses en una especie de Matrix musical, en una ópera futurista y rockera que a cada canción se torna más épica. Lo que hace Bellamy por la humanidad es impagable. Es un tipo de apariencia enclenque y enfermiza. Pero, ¡ja!, qué derroche de energía exhibe el tiparraco. Eleva su voz a unos tonos sólo igualados por Freddie Mercury y toca la guitarra como si estuviese poseído por el espíritu de Jimi Hendrix. El concierto se cerró con esa epopeya llamada Knights of Cydonia. Fue emocionante ver a miles de brazos corear la canción en una orgía de felicidad. Todos enfilaron la salida preguntándose: ¿Ha sido real?

Después de leer ésto.Domingo, a las 19:30, decido salir a la calle.Mi perra me acompaña.Introduzco por mis oidos una dosis de adrenalina llamada Knignts of cydonia de Muse.Las calles están desiertas.La tarde es desapacible.Tan solo alguna pareja de ancianos que pasea,alguna mujer empujando un carrito de bebé,algún pizzero,alguien buscando unos litros de cerveza agotados en las tiendas de chinos.Como en un película de Wong Kar Wai,la cámara de mi mirada observa a través del escaparate de bares y cafés,atestados de gente,hablando acaloradamente entre ellos,todos están en la misma posición y en perfecta sintonía con los televisores,totalmente sincronizados mantiene un diálogo de vital y tensa importancia.


Llegamos al parque.Intento escuchar en el silencio.En él, se confunden voces de comentaristas deportivos de televisión y radio procedentes de los edificios cercanos,como si comentaran nuestro particular partido toco la pelota(una piña),intento driblar,pronto los dientes de mi perra tienen la posesión del balón.De repente escucho FUERA DE JUEGO,aún no he conseguido ponerme en forma, y decidimos reanudar nuestro agradecido y solitario paseo de vuelta a casa.


De camino una voz me pregunta.
-¿Sabes como van?.


Entonces pienso en las 120 euros que puedo ganar si el resultado que he escogido en la porra del trabajo tiene la suerte de coincidir.

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